Como me pilla en periodo electoral quiero reclamar y reclamo
que se aclaren con la Tarjeta Municipal de Transportes de Madrid. Vale, soy
despistada, pero siempre he sabido manejarme por los metros de cualquier ciudad.
En cambio, ahora, esta mala mujer tuvo que colarse en cercanías de Madrid. Sí.
No pude más ante la imposibilidad de sacar un puñetero billete, aun teniendo
dos tarjetas de transporte. Ya me habían vuelto loca con la tarjeta que tenía y
que no me dejaba llenar con metro sencillo, porque tenía combinado y tampoco
cercanías porque tenía metro.
Las cámaras del metro pudieron ver a una tía medio loca
yendo de maquinita en maquinita y no le di una hostia a alguna porque soy
pacífica, pero las ganas me quedaron dentro.
Cuando, por fin, encuentro a un señor del metro me dice que
cuando hay algo en la tarjeta no se puede meter otra cosa, que hay que coger
otra tarjeta, pero que eso lo van aprendiendo poco a poco, las ganas de la
hostia no van ya contra la maquinita.
Ya lo dijo Pedro Duque. Estoy por pensar que aumentan lo
visitantes en Madrid porque no pueden salir de allí.
Si es que mucho debate, pero a la tecnología no le pillamos
el tranquillo. Menos mal que, llegando a mi destino, me encontré, o quizás fue
mi inconsciente que me llevó caminando al contrario de donde iba la gente, al
señor de las multas. Le confesé mi pecado. El señor era de Zaragoza, lo comprendió y me
sacó a mí y a mi acompañante por la puerta de atrás.
¡Ay, donde esté el ser humano!