martes, 26 de junio de 2018

REFLEXIONES SOBRE MEAR EN EL ARCEN

Pues mira por donde, las locas malas mujeres, encarnadas en mi amiga y yo, nos pusimos el domingo a la tarea de mear en el arcén. Veníamos de Soria  y apurada mi compi por las cervecitas de un día de playa (sí, en Soria hay playa) paramos en un arcén; adultas y niñas aprovechamos el momento para la experiencia, sin exhibicionismo, pero con la naturalidad con la que lo hacen los hombres. Y nadie nos pitó, ni paso nada, quizás las niñas tenían más vergüenza que las mayores; empiezan a asumir esos recatos sociales.
 El recato en relación con el alivio de ciertas necesidades lo entiendo desde un punto de vista antropológico. Para los animales hacer sus necesidades es un acto peligroso, por unos segundos, dicen que de media unos 12, están a merced de los depredadores. El macho hombre tiene más facilidad para mear, simplemente con coger la pilila y mirar de un lado a otro está medianamente cubierto; pero la hembra lo tiene más complicado, está en una posición más delicada; por eso, he llegado a la conclusión de que el hecho de que las mujeres vayan a los baños de dos en dos (cosa que, particularmente, nunca me ha gustado) es un reflejo antropológico, de defensa ante cualquier posible ataque. Bueno, son cosas que a una mala mujer le da por pensar, así, sin más. Observación pura y dura de las cosas habituales.
De todas formas, hay quienes ya han pensado más allá y nos dan soluciones para estos menesteres habituales que nos oprimen.

lunes, 11 de junio de 2018

¿QUE ME ACOSTÉ CON QUIÉN?

“De noche, borracha quiero llegar a casa” Es la frase que escuché en una manifestación que me dejó un poco perpleja; no porque no haya llegado a casa borracha en alguna ocasión, sino por lo que significa y por lo que deja fuera. Hoy los padres tienen miedo de lo que les pueda pasar a sus hijas por la noche. Siempre ha ocurrido, lo que sucede es que hoy hay más altavoces.

Un San Fermín acabé montando un caballo
Actualmente, hay muchas mujeres que denuncian que han sido violadas cuando salieron de fiesta. No lo niego. Contra las violaciones, las agresiones o abusos, todo el peso de la Ley.

Pero no debemos olvidar otra vertiente, y me pongo yo como ejemplo. Yo me las he visto negras con una prima mía francesa, yendo de fiestas por Navarra y haciendo el arriesgado deporte del auto stop (dedo) por la noche. Al final salimos bien paradas. Pero, en otras ocasiones, los efluvios del alcohol han hecho mella y he acabado enrollándome con un tío que ni por asomo me interesaba. Ya saben aquellas etapas de la borrachera, tan ciertas por otro lado, en la que terminas al día siguiente preguntándote: ¿Que me acosté con quién? Y no te queda más que agachar la cabeza y asumir. Lo peor que te puede pasar es el sentimiento de culpa. Y ese es el que hay que erradicar en la mujer. Un hombre no se culpa (habrá hombres que sí, alguno conozco que no olvida cómo una mujer se aprovechó de él cuando estaba borracho), una mujer sí. Por eso las mujeres debemos ser conscientes de que no es pecado liarnos con tíos a la ligera. Somos animales sexuales y el alcohol provoca y entusiasma hasta tal punto que todo el mundo es bueno y guapo.

No vayamos a pasar de ser juzgadas a juzgar y de temer por las hijas a temer por lo hijos. No adelantaremos nada. La Ley es mejorable, las mentalidades también: todas deben evolucionar hacia mayores cotas de libertad y de igualdad. Como digo, en mi filosofía casera, nunca seremos iguales hasta que las mujeres no podamos ponernos a mear en el arcén de una carretera debidamente resguardadas. Esto último merece una nueva entrada.