martes, 30 de mayo de 2017

PELILLOS A LA MAR

Cuando se habla de depilación suele surgir el tema de la esclavitud que ello supone; además de un dolor que ha ido relativizándose. Hay mujeres que afirman que nos tenemos que rebelar contra ello, que no tenemos por qué someternos a esos dictámenes estéticos.

Yo, qué quieren que les diga. Cada cual que haga lo que le salga de….del alma. Pero hay muchas cosas que hacen más daño que quitarse los pelos. No veo que eso me rebaje, ni me haga ser peor o mejor. Yo opto por quitármelos; no porque me lo manden los cánones estéticos o sí; me da igual; a mi me gusta. Me encanta acariciarme las piernas y sentirlas suaves, me encanta sentir mi cuerpo, vivirlo y experimentarlo. ¡Ya…Vale! ¡Como sois! Que no están tan suaves con la edad… Vale.

Así que las reivindicaciones que se sugieren me parecen estupendas para quien quiera verlo así; pero me niego a que las mismas mujeres me juzguen como esclava de unos cánones estéticos. Lo que hay que cambiar es la mirada que juzga. A mí si alguien no quiere depilarse me parece estupendo, no me voy a escandalizar, como el hombre que no se afeita. Así que no se me escandalicen si me depilo porque puedo considerar que no depilarse es también otro mandato que quieren imponerme. Máxime teniendo en cuenta que, ahora, los hombres también se depilan.

martes, 23 de mayo de 2017

¿A DÓNDE VAN MIS BOLSAS?

Sigo dándole vueltas al mecanismo cerebral por el cual lleva una bolsa blanca colocada en el reposabrazos de mi sofá alrededor de tres semanas y una bolsa negra estrujada, dando vueltas de un lado a otro del salón según va molestando en ciertos menesteres, casi la misma cantidad de días.

¿Por qué? ¿Por qué no las recojo de una puñetera vez? En lugar de ello me recreo viéndolas ahí y diciéndome a mí misma, ya lo haré. ¿Será porque no sé cuál es su lugar? ¿Será que pienso que un día estarán ahí para servirme de algo?

A veces pienso que se ha instalado en mi cabeza aquello de: “A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga, yo soy así y así seguiré, dejando bolsas por doquier”.

En realidad estoy segura de que mi cerebro funciona de una manera: las cosas no son ordenadas, nos empeñamos en ordenarlas.

miércoles, 10 de mayo de 2017

LOS HOMBRES SON MAS FELICES (3ª parte)

El sexo masculino tiene una mayor autoestima y una de sus consecuencias es el hecho de que no valoran estéticamente a otros hombres. No es que les preocupe tanto o sólo momentáneamente.

En cambio nosotras sí. De hecho, cuando un hombre alaba a una tía buena las mujeres la crucifican de una u otra manera: cosificación, tonta, no es para tanto, está muy delgada, mucho maquillaje…Mientras, a los hombres les importa un comino que se alabe a un hombre por su aspecto.

El resultado de todo ello es que cuando sale una pedroche con un vestido  espectacular mostrando su bello cuerpo o las chicas de la Fórmula 1 paseando su esbelta figura por los circuitos, del mismo modo que las modelos por las pasarelas, haciendo su trabajo, saltamos como locas para evitar el ultraje de sentirnos mujeres objeto.

No veo yo esa misma actitud en los hombres cuando salen esos chicos mostrando sus abdominales en calzoncillos. Ahí sí que aplaudimos con las orejas.

La autoestima, el respeto a la mujer, va más allá de la utilización que cada uno haga libremente de su cuerpo, sea su belleza, sus manos, su potencia muscular o su cerebro.

Por ejemplo, para qué buscamos las mujeres un hombre intelectualmente interesante si ya lo somos nosotras. Él puede trabajar adecuadamente lo que a nosotras nos pueda interesar.
¡Ay, qué ideas preconcebidas tenemos también de los hombres

jueves, 4 de mayo de 2017

LOS HOMBRES SON MAS FELICES (2ªparte)

Los hombres son más felices porque no se miran tanto, ni se comparan tanto. Es algo que nos pasa muy a menudo a las mujeres, que siempre estamos enjuiciando y buscando cosas en las demás. Por ejemplo, el otro día una amiga me comentaba lo que le pasaba con el tema kilos. Me contaba que cuando cogía unos kilos le decían: ¡Chica, me parece que has cogido unos kilos! Ahora bien, si adelgazaba ocurría que nadie le decía nada, por mucho esfuerzo que le hubiera puesto; al contrario, llegaban a valorar su salud; entonces el comentario era: se nota que has adelgazado, pero se te ve más enferma, tienes peor cara. ¡Nos aclaramos o qué!
A ello hay que añadir la actitud de las mujeres ante las delgadas: “estás muy delgada; te vas a poner enferma..” Y lo curioso del caso es que, a veces, las mismas mujeres que enjuician pueden estar igual de delgadas o en el mismo proceso de adelgazamiento y engorde.

Nunca oirás a un hombre señalar esos aspectos de otro hombre. A lo sumo pueden llegar a decirle que has cogido unos kilos y responder el otro: ¡y lo que me ha costado!

No sólo hablamos del aspecto físico, también hablamos las mujeres del aspecto exterior, de la ropa; ahí nos acercamos, nos tocamos: qué blusa más bonita o qué falda. Los hombres no se tocan tanto. No sé si eso será mejor o peor, pero es así. Quizás porque tampoco enjuician tanto el aspecto exterior, la ropa que usan, lo kilos, la belleza. En la ropa tampoco su abanico es muy amplio; pero, sinceramente, creo que no entran tanto a valorar ese tipo de aspectos. Posiblemente valoren otras cosas más materiales, pero no son tan evidentes y su envidia se diluye enseguida. No como nosotras que buscamos esa blusa o intentamos lo que sea para mejorar, para equipararnos, para ser especiales, cuando realmente lo somos. En serio, deberíamos mirárnoslo y gustarnos más como sexo mujer.