¿Por qué? ¿Por qué no las recojo de una puñetera vez? En
lugar de ello me recreo viéndolas ahí y diciéndome a mí misma, ya lo haré.
¿Será porque no sé cuál es su lugar? ¿Será que pienso que un día estarán ahí
para servirme de algo?
A veces pienso que se ha instalado en mi cabeza aquello de:
“A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga, yo soy
así y así seguiré, dejando bolsas por doquier”.
En realidad estoy segura de que mi cerebro funciona de una
manera: las cosas no son ordenadas, nos empeñamos en ordenarlas.
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