lunes, 30 de enero de 2017

BESOS Y MÁS BESOS

El otro día pude observar a una pareja de jóvenes besarse; bueno la definición más exacta sería comerse los labios con ganas. Me quedé mirando y luego una caña en un bar me hizo reflexionar. Hemos desterrado de las calles el cariño, las expresiones de dulzura, el amor, el deseo, todo. Miras a tu alrededor y ves parejas, amigos, pero no la expresión de lo que hay entre dos personas o más. Escondemos los sentimientos como las lágrimas, las caricias, aunque sean sólo gestos, los abrazos y escondemos, aún más, aquéllos que suponen un deseo. De hecho, es muy habitual algún comentario similar a “por qué no se irán a otra parte menos pública”.

No digo que nos pongamos a follar en plena calle, pero que dos personas se besen no me parece escandaloso, aunque en muchos lugares haya dejado de verse. O quizás, ya no frecuento esos lugares, que también puede ser.

Pero, a nivel global, el acercamiento entre personas ha sido desterrado de nuestras calles, no así otros comportamientos. La crudeza de la vida la vemos como normal, como si hubiésemos asumido esa retórica que habla de la vida como un camino de espinas. Sólo cuando el dolor está presente, los besos y los abrazos están normalizados.

En serio, ¿somos masoquistas?

Pues eso, como decía la canción del Canto del Loco, besos y más besos.

viernes, 27 de enero de 2017

MALAS MUJERES Y MARUJAS

Sí hombre, sí. Que, a veces, las malas mujeres nos juntamos y hacemos de marujas, aunque nuestros comentarios suelen ser algo más jocosos. El otro día, mi amiga y yo, una mañana que teníamos libre, estábamos viendo en internet uno de los capítulos de esa serie de Serrano Suñer. Ambas, de pie, en la cocina, absortas ¡Oye, será como sea la serie, pero las risas que nos echamos! Primero cuando se sorprenden de que la niña se líe con uno de los cuatro hijos de la familia con la que veranean siempre. Decía mi amiga, vamos a ver en qué momento se han perdido. Blanco o en botella, cuatro chicos, una chica, alguno de ellos tenía que caer, uno u otro. Luego, lo mejor, cuando en una mesa están sentados la collares, Franco y los Serrano. Ya eso fue la monda. Hablaban de la juventud, de sus aligeradas costumbres. Ahí estalló la risa de ambas comentando: anda que si nos vieran ahora, Ríete de la dictadura de entonces, lo que nos hubiera caído, menos mal que no hay resurrección posible.

Por eso, qué coña, sólo por jorobar, por no decir otra cosa ¡Qué bien se está siendo mala mujer porque alguno se removería en su tumba. Y es que ahora no nos hubiéramos conformado con uno de los chicos, las malas mujeres nos hubiésemos tirado a los cuatro, si hubiésemos tenido oportunidad.

martes, 24 de enero de 2017

¿POR QUÉ TANTA VERGUENZA?

¡Cuándo vamos a admitir nuestros deseos o nuestras necesidades! Es curioso. De vez en cuando hay que reponer las bolitas chinas, muy terapéuticas, por cierto. Ah! No aconsejo las texturizadas. Como en Tudela han cerrado los sex shop, asunto un tanto relevante, y no sabes si en todas las farmacias las tienes (no es cuestión de ir una por una preguntando porque se decía que había una farmacia que se negaba a distribuir preservativos o píldoras)  pues acudes a Internet. Y allí te encuentras, además de un montón de cosas, que habrá que probar algún día, con el mensaje siguiente “envíos discretos”.

Cerrado. El otro fue sustituido por una lavandería. Cosas de Navarra

¡Qué pasa! ¿Estoy cometiendo un crimen? Oiga que los que cometen crímenes andan a sus anchas y no tienen nada de discretos. ¿Me tengo que avergonzar yo?  Pues no me avergüenzo.

Me parece bien que nadie tenga que saber dónde compras, pero es curioso que esto sólo ocurra en un tipo de comercios. No, si va a ser que todos somos unos beatos y mantenemos las costumbres ancestrales de la procreación. ¡Y un cuerno!

viernes, 20 de enero de 2017

MEDÍRSELA

Voy a hacer un ejercicio de mala mujer al que seguro, seguro, nadie va a contestar. Bueno, no contestáis nunca y mira que provoco. A lo que voy: ¿Cuántos de los hombres que leen esto se la han medido? Ahora ninguno. Ya, y luego a fanfarronear.
Lo que no sé es cómo lo hacían.

Sí. Que sí. Estoy hablando de la polla, verga, manubrio, minga, chorra, peluchín o como lo quieran llamar con todo el cariño del mundo. Porque hay quienes le ponen nombre y todo.  Vosotros no os la medís y nosotras no nos masturbamos. Que sí, hombre. Que sí.
También podría preguntar cuántas mujeres se interesan por el tamaño.  También. Porque haberlas haylas.

Siempre hablamos de que el tamaño no importa. Sin embargo, recuerdo que antes los chicos jóvenes se escondían para medírsela y comparaban. Ahora no sé, con tanta postverdad y esas cosas. Las mujeres también, pero menos, ya que era cuestión de tetas. Aunque, creo, que lo de la comparación en cuanto a dimensiones viene más unido al hombre. Nosotras preguntábamos sobre la talla que usábamos y las que tenían mucho nos quejábamos y las que tenían poco también.

Al final debe ser cuestión mental. Vosotros tenéis cierta obsesión con las medidas, las exactitudes y nosotras andamos más por la calidad, que puede ser más subjetivo. Aunque seguro que me equivoco.

Na, preguntas que me surgen un viernes y que no van a tener respuesta ¿O sí? No hay.
 

 

lunes, 16 de enero de 2017

ESE HONOR RANCIO

Sí, el puto honor de macho español ha hecho sucumbir a muchas mujeres. Un honor mezclado con orgullo mal entendido porque se basa en una definición equívoca de ese honor. Ese honor rancio, que no quiere ser mancillado ¡Cuánto daño ha hecho! Al hombre, esclavizado por ese honor, orgulloso de su ignorancia; y a la mujer que, para recrecerlo, tenía que llevar la honra clavada en el corazón y en las mejillas. Ese puñetero honor de hombre que no es más que un resquicio moral y que nada tiene que ver con el honor, porque lo único que pretende es que “su” mujer sea la más honrada, recta y moral, reflejo de unas pobres miras.

Esto les revienta, seguro.
Ese hombre que se enorgullece de su honor. ¿Honor de qué? ¿De tener una mujer a sus pies, de tener una mujer que no piense, que no camine, que no sienta, salvo por el honor de su hombre? Eso no es una mujer. La mujer debe ser libre igual que él.

Ese tipo de hombre no se sentiría orgulloso de abrir su mente, de ampliar perspectiva. No ¡Qué va! Se siente orgulloso de lo propio, de la tradición y de la moralidad más rancia. ¿Acaso no es más honorable saber dejar ser libre?

Menos mal que ese honor se va perdiendo. Pero, aún queda, aún se mantiene. Hay muchos honores mal entendidos, y no es exclusivo de los hombres.

miércoles, 11 de enero de 2017

NO ME ENTIENDO

Estoy en un sin vivir porque puse una nota en un día del calendario y no tengo ni idea a qué se refiere. Sí, soy todavía de notas escritas aquí y allá. Lo malo de esas notas es que pongo una sola palabra como mensaje escueto que llame al cerebro y, esta vez, el cerebro se me ha quedado en pausa o no responde. Normalmente funciona. Es verdad que al principio suelo preguntarme qué puñetas he puesto (a veces no entiendo mi letra), cuando descifro la palabra, empiezo a intentar recordar qué quería decir con ello porque soy algo rebuscada y, de repente, el engranaje entra en el hueco preparado al efecto, se enciende la luz de la conciencia, el recuerdo o yo que sé. Y vaya alegría que te das. Pero esta vez como que se me ha bloqueado.
Mi hija sí que sabe poner notas

A veces me pregunto cuál es el mecanismo cerebral mediante el cual pasan estas cosas o cómo somos capaces de preguntarnos y volvernos locos buscando las llaves que llevamos en la mano, las gafas que llevamos puestas, el teléfono con el que estamos hablando. Yo lo reconozco, soy culpable. Me ha pasado muchas veces. Y a vosotros también y lo sabéis.

Puede que alguno quiera ver en ello ciertas cuestiones psicológicas de falta de atención; al final yo lo que veo es que si aparecen las cosas, te echas unas risas contigo misma que bien vale la pena el susto inicial.

lunes, 9 de enero de 2017

MIEDO A LA SEXUALIDAD

A tenor de muchos comentarios que surgieron estos días vía Pedroche u otras noticias, tengo que reiterar que una mala mujer no tiene miedo a su sexualidad, ni se siente sucia por ello. Creo que el gran problema es que muchas mujeres lo tienen, lo cual las condiciona, aunque pueden vivir plenamente sin ello y me parece estupendo que así lo hagan. Si lo creo es porque yo lo he sentido, como es lógico, ya que la cultura que te rodea lo transmite continuamente.

Estaba espectacular.
Nos han enseñado, nos han introducido ese rechazo y cualquier cosa relacionada con ello ya no es que sea tabú, sino que es condenado como indigno, pecaminoso, lascivo... Y así vivimos, pensando que si somos sexuales somos sólo eso, cuando es una parte nuestra, del mismo modo que lo son los sentimientos o la inteligencia. Todo ellos hay que vivirlos y experimentarlos. Si la mente no la usamos ¿de qué nos sirve? Si nuestro cuerpo y su sexualidad no la experimentamos ¿de qué nos sirve? ¿Para procrear como dicen los moralistas? ¿Para trabajar como dicen los economicistas. No, todo merece ser vivido, desarrollado y experimentado, cada cual como desee y hasta donde quiera, sin juicios de valor moralistas que corresponden a la mirada del otro.

El antropólogo Desmond Morris señaló que una parte de la evolución de los humanos vino vía sexual: se eliminó el celo, además de otras cuestiones que tampoco vamos a enumerar aquí. Sin embargo, le llegó la condena eterna a la mujer: el pecado de la carne que se extiende en muchas culturas. Y así nos hemos quedado pensando que pensar en ello es pecado. Pues hacerlo, ni les cuento y no sé yo si muchos se arrepienten.

sábado, 7 de enero de 2017

DESCANSO POR REYES

Malditos diseñadores de juguetes y casitas.  Necesitamos un tiempo de descanso por Reyes, para recomponernos. Después de ir a la Cabalgata, con un frío de narices, recoger caramelos y sentir cómo el más grande te da en toda la cabeza, preparar un festín para tres trasnochadores que andan de casa en casa, intentar meter a los niños en la cama (los hijos de malas mujeres no se van temprano), levantarte en mitad de la noche. Amanecer corriendo para abrir regalos, sin tiempo casi de desayunar; ir de una casa en otra para ver si han pasado por ellas también; volver a casa y pegarte cuatro horas montando y pegando pegatinas.
¿A quién se le ha ocurrido eso de traer los juguetes desnudos y poner pegatinas para que parezcan lo que deben ser? Y no es sólo que pongan las pegatinas, es que, además, lo hacen con muy mala intención: las numeran desordenadamente, en lugar de poner el 1, detrás del dos, luego el tres hasta 60 pegatinas en cada uno. Y luego, cuando terminas, escuchas: ¡y ahora a jugar! Y ahí empiezas a jurar, maldiciendo a los diseñadores y a su…..
Na, a jugar.

lunes, 2 de enero de 2017

UNA DE CISTERNAS PARA EMPEZAR EL AÑO

No esperaba empezar el año como pasé el último verano, arreglando cisternas. A la mía le dio, para terminar el año, por echar esa gotita continua que te saca de quicio.

Sí, pueden creerse que arreglaba cisternas; no es que me pusiese a hacer competencia a los fontaneros para sacar un dinerito en verano, era que se producía esa situación. Y tengo un testigo, Itzi.
No he quitado ni la pegatina, pero casi me cargo la rosca.

Me pasé el verano arreglando las cisternas del baño de las mujeres de dos bares muy concretos. Ahora, no me pregunten  por qué se estropean más en verano y justamente el de la mujeres; quizás pueda existir una teoría, pero no es el momento.

La cuestión es mi cisterna. Las de esos dos bares era una cisterna conocida por mí. Sin embargo, la mía, que sólo tiene dos años, era de doble descarga. Con la confianza que me daba haber arreglado tantas cisternas, me puse con la mía, pero la rosca no salía ¡Como va a salir! Y yo, dale, empecinada, sin pensar, pasando por la rosca todas las herramientas posibles. Hasta que se encendió la luz. “¡Hostia, Google!

¡Oye, mano de fontanero! Ahí estaba un video de cómo abrir la dichosa cisterna. Hay que descargarla, cerrar el paso del agua, hacer que baje una pestaña, quitar una y luego la otra. En un momento todo arreglado. Ya lo sé para el próximo verano.

Tan satisfecha estaba que me dije, “a ver qué más hay que hacer”. Me vino a la mente la pintura de la cocina y se me pasó el entusiasmo.