Malditos diseñadores de juguetes y casitas. Necesitamos un tiempo de descanso por Reyes,
para recomponernos. Después de ir a la Cabalgata, con un frío de narices,
recoger caramelos y sentir cómo el más grande te da en toda la cabeza, preparar
un festín para tres trasnochadores que andan de casa en casa, intentar meter a
los niños en la cama (los hijos de malas mujeres no se van temprano),
levantarte en mitad de la noche. Amanecer corriendo para abrir regalos, sin
tiempo casi de desayunar; ir de una casa en otra para ver si han pasado por
ellas también; volver a casa y pegarte cuatro horas montando y pegando
pegatinas.
¿A quién se le ha ocurrido eso de traer los juguetes desnudos y
poner pegatinas para que parezcan lo que deben ser? Y no es sólo que pongan las
pegatinas, es que, además, lo hacen con muy mala intención: las numeran
desordenadamente, en lugar de poner el 1, detrás del dos, luego el tres hasta
60 pegatinas en cada uno. Y luego, cuando terminas, escuchas: ¡y ahora a jugar!
Y ahí empiezas a jurar, maldiciendo a los diseñadores y a su…..
Na, a jugar.
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