jueves, 20 de diciembre de 2018

MIEDO NO

VOY A TRABAJAR SOLA, DE NOCHE, AISLADA. NO ME INFUNDIREIS MIEDO. ESO SERÍA LIMITARME, HACERME DIFERENTE A MIS COMPAÑEROS Y SOY IGUAL.

No entiendo la oleada innecesaria de provocar miedo, miedo entre las mujeres, entre las jóvenes ¿No hemos tenido ya suficiente? Hemos vivido durante siglos bajo el yugo de la imposición cristiana, de la imposición de una manera de ser, de un estereotipo sobre la buena mujer; bajo el yugo de la culpa. Ahora que comenzábamos a liberarnos de los tabúes de nuestro sexo pecador, nos llega la oleada del miedo. Miedo a los hombres, a nuestros compañeros de viaje, no lo olvidemos; el viaje de una especie que, cierto, ha estado teñido de muchos fracasos, entre ellos unas religiones que han establecido demasiados dogmas. No fabriquemos otros.

Sin embargo, la sociedad ha comprendido que ambos sexos se necesitan, que ambos sexos caminan de la mano, aunque nuestra biología sea distinta. Nos queda todavía un camino por recorrer a ambos. La mujer debe desprenderse de su exacerbada protección hacia sus cachorros, porque, no lo olvidemos, las mujeres nos ponemos nuestros propios límites. Abandonamos nuestra carrera profesional por criar a los hijos porque no aceptamos que los críen sus padres.

Hay quienes apuntan que los hombres preguntan si tienen que manifestarse con las mujeres por la igualdad. Recuerdo que las jóvenes veíamos con indiferencia cómo los chavales se iban al servicio militar obligatorio. Las madres no, pero las hermanas sí.

Miedo no hay que tener y menos al hombre que nos acompaña en la aventura de la vida. Respeto a todos los niveles; respeto a lo diferente porque todos somos diferentes individualmente y entre sexos.

Lo bueno y lo malo se definen más con el respeto hacia el otro, que con la forma en la que te ven los demás, porque encontrarás definiciones varias sobre lo bueno y lo malo. Si respetas, no creas que serás respetado, porque la condición humana es variable.

El mundo no es un lugar seguro. Hay asesinos; matan igual a hombres que a mujeres. Tienen otras prioridades. No respetan más que a sí mismos y a sus necesidades. Pero eso ya lo sabemos.

Por eso no hay que tener miedo. Porque pediremos más seguridad, y esa seguridad, además de ser imposible, nos llevará a una falta de libertad. Más controles, más aislamiento. Miedo no porque se convierte en una obsesión que creemos ver en cualquier lado. Ya vale de creer en fantasmas. Seguridad en una misma, en lo que piensas, en lo que eres, en lo que reflexionas. No hay monstruos que van a por ti, que llegan de fuera; estás dentro del monstruo, una sociedad que tiene que avanzar  eliminando odios y no creándolos.

En el caso de las mujeres, tenemos que enfrentarnos a  nuestros propios demonios, a nuestros miedos, a nuestras culpas asumidas; pero junto a ellos y a sus propios demonios.

VOY A TRABAJAR SOLA, DE NOCHE, AISLADA. NO ME INFUNDIREIS MIEDO. ESO SERÍA LIMITARME, HACERME DIFERENTE A MIS COMPAÑEROS Y SOY IGUAL.

miércoles, 10 de octubre de 2018

DEJAD FOLLAR EN PAZ

Yo ya no sé cómo follar. El otro día no sabía cómo hacerlo. Vamos a ver: si nos colocamos en misionero es dominación, el perrito lo es todavía más. Si te sientas encima contribuyes al patriarcado porque trabajas tú y él disfruta mirándote las tetas; si te sientas sin mirarlo, todavía peor, ya que no haces más que contribuir a que él sea el protagonista viendo todo y tu de espaldas aprobando su dominación. Si te metes en la cama y te viene por detrás en un abrazo, te está utilizando para su placer individual.

Si pasamos a los previos casi peor porque si chupas, mal, te está sometiendo, si te chupan peor porque quieren que disfrutes un ratito para luego aprovecharse de tí

Y ya no sigo con más posturitas porque todas tienen, para alguna, su pero y el mismo resultado maligno. No sé yo, con lo rico que me sabe a mí.
Pero lo peor de todo es que si tienes un orgasmo es malísimo y si eres multi, vamos pecadora total, alimentadora del patriarcado y directa a la hoguera.

¡Cachis la mal! Me pueden explicar cómo puñetas follan quienes dicen esto, porque no encuentro la postura ni la forma políticamente correcta. ¿Acaso pretenden que esté pensando si él me está sometiendo, cuando me lo estoy pasando yo misma de lujo?

Así que ¡Joder! Prefiero ser políticamente incorrecta y Follar de todas las formas que mi cuerpo permita, que para tres días que estamos aquí y para un placer que te puede salir gratis no le vamos a poner pegas.

sábado, 8 de septiembre de 2018

LOCURA DE FRIGORÍFICOS

Está claro que algunos adelantos no están hechos para mí, ni para otras malas mujeres. Supongo que habrán visto esos preciosos frigoríficos, brillantes, con cristales, monísimos de la muerte.

Yo no puedo con ellos. Imposible, estaría pensando todo el día que debería coger la bayeta y pegarla a la mano para intentar limpiar todas las marcas que dejan el elenco de seres que ponen sus manos sobre él. Por supuesto, sólo lo pensaría. Más luego los dibujos sobre él, los imanes, chorradas varias; no sé qué tienen las puertas de los frigoríficos que son un atractivo genial para la imaginación.

Sin embargo, parece que lo de las notitas va a pasar a la historia porque están surgiendo frigoríficos tan inteligentes que te dicen lo que se caduca y no sé si también lo que te hace falta comprar; además, puedes mandar mensajes a través de él en lugar de dejar el papelito.

Y claro, cuando te pones a pensar, malamente, te imaginas al frigorífico diciéndole a un tío: te faltan huevos. Ahí me parto.

Luego está la parte caótica de las vidas de cada uno. Por ejemplo, un frigorífico inteligente en mi casa se volvería loco porque cuando están mis hijos la nevera está llena. Cuando se van, comienzo el ritual del perolón para tres días y las latitas de cerveza por todos lados; me imagino, entonces, al frigorífico venga decirme: te falta esto, te falta lo otro, que me has metido que pesa tanto; haz el favor de comer como es debido. Loco, lo volvería loco cada 15 días.

Los adelantos tecnológicos son la leche. Pero hay algunos que no logro entender. Por ejemplo, aplicaciones para ayudarte a hacer la compra en función de los consumos habituales: ¿Cómo puñetas calcularán cuándo necesito el papel higiénico? Mejor ni lo pienso.

domingo, 19 de agosto de 2018

LA BESTIAL SACUDIDA DEL MACHO

En tiempos que parecen recurrir a tanto puritanismo, a mi me sucede todo lo contrario. Quizás sea la edad; quizás el despiste que me hace perder todo, hasta lo prejuicios, pero no puedo evitar la llamada animal que llevo dentro. Así, en  algún momento, tumbada en la cama, medio somnolienta, desperezándome de algún sueño, mi perversa mente me sugestionaba pensando en un tío al lado, mejor dicho, el macho que me pone y, al imaginarlo, surgió de mi boca una frase arrolladora: “arráncame las bragas y métela”, esperando la bestial sacudida del macho.
Debía ser un sueño tremendamente erótico, por las consecuencias. ¡Qué le voy a hacer! El amor tiene su espacio y el sexo el suyo. Los deseos están ahí, surgen y no puedo plantearme reprimirlos, sólo aceptarlos como vienen. Si los reprimiera, ¿qué estaría haciendo?
Estoy segura de que no soy la única que ha soñado con cosas así; es natural, como tíos que sueñan con una tía que le avasalle en la cama. Es lo que tiene el ser humano. Se libro del celo, pero apareció el puritanismo.

A mi se me han perdido los dos y prefiero que me arranquen las bragas o lo que sea.
 
PD: la imagen del León está elegida porque es uno de los animales más sexuales, además de cariñosos. Una cosa no quita la otra, incluso con otros leones. ES decir, son bisexuales, a veces.

martes, 26 de junio de 2018

REFLEXIONES SOBRE MEAR EN EL ARCEN

Pues mira por donde, las locas malas mujeres, encarnadas en mi amiga y yo, nos pusimos el domingo a la tarea de mear en el arcén. Veníamos de Soria  y apurada mi compi por las cervecitas de un día de playa (sí, en Soria hay playa) paramos en un arcén; adultas y niñas aprovechamos el momento para la experiencia, sin exhibicionismo, pero con la naturalidad con la que lo hacen los hombres. Y nadie nos pitó, ni paso nada, quizás las niñas tenían más vergüenza que las mayores; empiezan a asumir esos recatos sociales.
 El recato en relación con el alivio de ciertas necesidades lo entiendo desde un punto de vista antropológico. Para los animales hacer sus necesidades es un acto peligroso, por unos segundos, dicen que de media unos 12, están a merced de los depredadores. El macho hombre tiene más facilidad para mear, simplemente con coger la pilila y mirar de un lado a otro está medianamente cubierto; pero la hembra lo tiene más complicado, está en una posición más delicada; por eso, he llegado a la conclusión de que el hecho de que las mujeres vayan a los baños de dos en dos (cosa que, particularmente, nunca me ha gustado) es un reflejo antropológico, de defensa ante cualquier posible ataque. Bueno, son cosas que a una mala mujer le da por pensar, así, sin más. Observación pura y dura de las cosas habituales.
De todas formas, hay quienes ya han pensado más allá y nos dan soluciones para estos menesteres habituales que nos oprimen.

lunes, 11 de junio de 2018

¿QUE ME ACOSTÉ CON QUIÉN?

“De noche, borracha quiero llegar a casa” Es la frase que escuché en una manifestación que me dejó un poco perpleja; no porque no haya llegado a casa borracha en alguna ocasión, sino por lo que significa y por lo que deja fuera. Hoy los padres tienen miedo de lo que les pueda pasar a sus hijas por la noche. Siempre ha ocurrido, lo que sucede es que hoy hay más altavoces.

Un San Fermín acabé montando un caballo
Actualmente, hay muchas mujeres que denuncian que han sido violadas cuando salieron de fiesta. No lo niego. Contra las violaciones, las agresiones o abusos, todo el peso de la Ley.

Pero no debemos olvidar otra vertiente, y me pongo yo como ejemplo. Yo me las he visto negras con una prima mía francesa, yendo de fiestas por Navarra y haciendo el arriesgado deporte del auto stop (dedo) por la noche. Al final salimos bien paradas. Pero, en otras ocasiones, los efluvios del alcohol han hecho mella y he acabado enrollándome con un tío que ni por asomo me interesaba. Ya saben aquellas etapas de la borrachera, tan ciertas por otro lado, en la que terminas al día siguiente preguntándote: ¿Que me acosté con quién? Y no te queda más que agachar la cabeza y asumir. Lo peor que te puede pasar es el sentimiento de culpa. Y ese es el que hay que erradicar en la mujer. Un hombre no se culpa (habrá hombres que sí, alguno conozco que no olvida cómo una mujer se aprovechó de él cuando estaba borracho), una mujer sí. Por eso las mujeres debemos ser conscientes de que no es pecado liarnos con tíos a la ligera. Somos animales sexuales y el alcohol provoca y entusiasma hasta tal punto que todo el mundo es bueno y guapo.

No vayamos a pasar de ser juzgadas a juzgar y de temer por las hijas a temer por lo hijos. No adelantaremos nada. La Ley es mejorable, las mentalidades también: todas deben evolucionar hacia mayores cotas de libertad y de igualdad. Como digo, en mi filosofía casera, nunca seremos iguales hasta que las mujeres no podamos ponernos a mear en el arcén de una carretera debidamente resguardadas. Esto último merece una nueva entrada.

domingo, 15 de abril de 2018

VA A SER CUESTIÓN DE OVARIOS

¿Qué les pasa a los hombres? ¿Se les ha ido la valentía por la boca? ¿La testosterona no les funciona? Están acojonados hasta para reclamar derechos laborales. Lo digo porque, recopilando información sobre condiciones laborales en la AGE, es decir, puestos fijos de las Administración, un compañero me repetía al preguntarle “a mi no me metas en líos, que está mal, pero a mí no me metas” ¡Vamos, acojonaos!

Y es que no es de extrañar; nosotras nos pusimos pantalones, que son más cómodos para cualquier cosa (bueno para una muy concreta creo que la falda es más útil) pero vosotros os dedicáis ahora a depilaros, llevar un insoportable bolso (por el puñetero móvil), os teñís el pelo de colores, con lo puñeteras y esclavas que son las raíces; os veo pronto subidos en unos tacones, si no los lleváis ya.

¿Qué os ha pasado? ¿O es que os apetecía hacer esas cosas y no os atrevíais? Acaso es que os hemos encorsetado tanto en lo valientes y fuertes que eráis que ahora os ha salido otra vena.

Da igual. La cuestión es que ahora va a resultar que la cosa se va a convertir en cuestión de ovarios.

viernes, 16 de marzo de 2018

¡ESOS PUÑETEROS NIÑOS!

Tampoco pueden conducir
Tengo una de esas sensaciones extrañas que provienen de una especie de paradoja. Hablo de la vida misma que, a veces, te deja en bragas con tus sensaciones porque te dan ganas de enfadarte aunque el otro lleve razón. El otro día me pasó cuando un niño me echó la bronca por llevar suelto a mi perro chucho de siete meses. Me dijo que no se podía llevar así, que podía morder a un niño y, además, estaba prohibido llevarlos así. Me lo dijo mientras se zampaba un bollo. Ya sé que no tiene nada que ver, pero era así.

El puñetero niño tenía razón, pero me quedé a una pizca de soltarle una sarta de improperios del tipo: tú cállate zampabollos que lo que a ti te pasa es que tienes miedo de que el perro te quite el bollo, gordinflón (era rellenito) y aún encima tu madre te dirá que lo que te pasa es que aún tienes que dar el estirón. Sí, ¡a lo ancho lo vas a dar! Y como sigas así a lo mejor tengo que atar el perro porque te lo comes.

Lo sé. Soy una burra pensando. Menos mal que me reprimí y me castigué. Pero no dejo de pensar: ¡que les pasa a los niños! ¡Qué estamos haciendo que ya no rompen normas! A este paso me veo obedeciendo a los niños. Buff.

viernes, 2 de marzo de 2018

LLAMAME PUTA

Porque sí; porque como mala mujer soy una puta. Lo soy y no me importa, porque el apelativo me lo has puesto tú y por eso estoy orgullosa de ello.

Sí, llámame puta porque me gusta pensar que soy libre para vestirme como quiero, para pensar como quiero, peinarme, si quiero; para desear, sentir, manifestarme, reírme, saltar, salir, emborracharme si quiero, provocar y que me provoquen.

Llámame puta, que no me molesta; porque esas connotaciones que tú ves yo no las veo. Porque hago lo que quiero con quien quiero y cuando quiero. Porque puedo tener una pareja o tres (ojalá diera para tanto, que la cosa está malita). Soy puta porque no sigo la corriente que tú quieres imponerme. Porque no soy buena ama de casa, ni madre ejemplar, porque me gusta silbar por la calle, corretear y hacer piruetas, gritar exabruptos en el coche, me gusta bromear sobre sexo y, de paso, fanfarronear;
porque me masturbo, si me apetece, y hasta me lo paso bien; lo reconozco, soy una puta. Porque si un día un hombre me entra por el ojo, a lo mejor me acuesto con él y luego, si te he visto no me acuerdo, cada cual con su vida. Porque me gusta provocar en todos los sentidos; porque, a pesar de los años, sigo siendo y sintiéndome mujer; mala, pero mujer.

No me gusta que me digan cómo debo ser mujer, cómo debo comportarme para ello, porque ser mujer es ser una misma, porque a nadie hago daño, sólo a los espíritus que consideran que está mal lo que yo hago porque creen tener el imperio de la verdad y de las buenas formas. A mí me gustan mis formas: libres de manuales.

miércoles, 14 de febrero de 2018

ME DECLARO FUGITIVA DEL DEBER

Sí, me declaro fugitiva del deber porque soy ese tipo de malamujer que no quiere que le digan cómo debe ser la vida, cómo debo vestirme, cómo debo ser madre, cómo debo comportarme para no ofender a quien se siente ofendido por cualquier cosa que no le hace daño, salvo a su visión de cómo deben ser las cosas. 

Sí, me declaro fugitiva del deber porque no entiendo que haya cosas que deban ser siempre como son o como dicen quienes dicen entender que deben ser. Porque a mi hijos no los siento en una mesa para comer, porque hablamos cuando nos apetece, no cuando dicen las normas; porque no tengo todo controlado, porque los educo a mi manera y no tengo ni idea de cómo es esa manera; porque muchas veces les doy macarrones y carne porque no logro cómo darles las cinco piezas de fruta y verdura. Soy mala.

 Sí, soy fugitiva del deber porque escribo como siento, porque no quiero que me digan cómo debo pensar por ser mujer o por ser hombre, sino como persona.
Me declaro fugitiva del deber moral y puritano, de lo correcto que no entiendo y que nada tiene que ver con el respeto.
El deber me aprisiona, me enajena, me encorseta; y yo quiero probar, y equivocarme y aprender a ser mejor.
Lo que puede dar de sí una frase de Sabina.

martes, 6 de febrero de 2018

UNA DE CONEJOS O....


No sé si han visto conejos en el campo. Yo muuuchos; cada día me cruzo o se cruzan conmigo, no sé muy quién lleva la iniciativa. Mi trabajo me lo permite. Y claro, de noche, por los caminos, en la furgoneta del Ministerio, sola, te da por pensar en el comportamiento de estos pequeños animales y no lo haces de forma razonable, sino con elucubraciones mentales que no vienen a camino. Porque, vamos a ver: ¿en qué están pensando estos animalitos que siempre esperan a que llegue la furgoneta para pasar? ¿Están apostando a ver quién lo hace más difícil, a ver quién se complica más la vida, en sentido literal de la palabra?
Los veo en la cuneta, atentos, sentados, esperando y cuando llego, pasan, no uno, sino varios, corriendo, nadie saben hacia dónde ¿Acaso sus progenitores les han dicho: cuando veas la luz pasa? Y luego está esa manera tan estresante de correr ¿Para qué corren tanto? ¿Dónde van? Si tienen la hierba debajo de sus pies. No me extraña que Alicia se volviera loca persiguiendo al conejo.
Pensándolo bien, quizás no haya muchas divergencias entre nosotros y los conejos.

lunes, 22 de enero de 2018

NO QUEREMOS SER UNA CARGA

Cada vez hay más mujeres que sienten que no quieren ser una carga. Madres que han visto cómo sus progenitores, hermanos o familiares se convertían en lo que no eran, en personas privadas de memoria, de capacidades y hasta de movilidad. Y ellas han puesto todo de su parte, han estado y están allí, porque alguien, algo, esa conciencia colectiva que todo lo puede y todo lo juzga, ha determinado que sean ellas quienes tiren del carro. Y tiran ¡Vaya si tiran! Despotricando y maldiciendo, pero tiran. Sin embargo, han decidido que no quieren que pase después, que ellas no dejarán ningún carro del que tirar.

Sorprende. Sorprende cuando te encuentras a una de esas mujeres porque todas dicen lo mismo: yo antes acabo conmigo,  yo antes me voy, yo antes me pierdo en el desierto, me meto en el mar. Buscan una salida para no ser la carga, esa carga que da la vejez a unos hijos que tienen que vivir y que mucha gente los considera hijos de Caín.

No, no son hijos de Caín por no querer llevar más carga de la que llevan. El problema es que la sociedad no está preparada para ello, para comprender que no es un problema familiar, sino social. Esas mujeres, también hombres, se han planteado la pregunta: ¿y cuando me toque a mí? Y el objetivo: la libertad de sus hijos. No en vano, según los últimos datos, el mayor índice de suicidios se da en los mayores de 60 años.

La sociedad ha considerado que es un problema familiar, incluso en los propios servicios sociales pueden llegar a escuchar: ¡Vaya la que te ha caído! No, no le ha caído. Si alguien está enfermo, como sociedad, hemos impulsado la sanidad pública (vale que anda en horas bajas), para nuestros pequeños la educación pública… Dejamos en manos de profesionales estos aspectos. Si embargo, todavía esta sociedad entiende que los mayores son responsabilidad de los hijos, más de las hijas, y cuando esto no se produce, cuando echan mano de residencias, si es que pueden, hay quien aprecia abandono por su parte. Y no es así. Los hijos pueden darles cariño, pero no pueden atenderles. La dependencia es un hecho biológico y ya es hora de que estemos preparados para ello.

 

 

sábado, 13 de enero de 2018

OLÉ POR LAS FRANCESAS!

Me gusta la postura de las francesas ante el bombardeo de las actrices americanas (será que tengo algo de francesa, no en vano mi madre lo es). Habrá quien no opine del mismo modo, lo entiendo, aunque no comparto; respeto, aunque mi visión sea otra, de aperturismo sexual, de convivencia con los hombres. Por eso quiero resaltar dos párrafos:

“Esta fiebre para enviar a los "cerdos" al matadero, lejos de ayudar a las mujeres a empoderarse, en realidad sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y los que creen -en nombre de una concepción sustancial de la moralidad buena y victoriana- que las mujeres son seres "separados", niñas con una cara de adulto, que exigen protección”.

Así lo he considerado siempre. El problema de las mujeres y, también en parte, de los hombres, está en los extremistas religiosos, en la moralidad convencional que ha teñido nuestras mentes de un rechazo al sexo como algo pecaminoso para la mujer, cuando, del mismo modo, disfruta de él, así como el hombre al que se le ha metido en la mollera la imagen de macho fornido, aunque fuera sentimental.

Por eso me encanta este párrafo:

“Sobre todo, somos conscientes de que la persona humana no es monolítica: una mujer puede, en el mismo día, dirigir un equipo profesional y disfrutar siendo el objeto sexual de un hombre, sin ser una puta ni una vil cómplice del patriarcado. Puede asegurarse de que su salario sea igual al de un hombre, pero no sentirse traumatizada para siempre por un manoseador en el metro, incluso si se considera un delito. Ella incluso puede considerarlo como la expresión de una gran miseria sexual, o como si no hubiera ocurrido”.

Efectivamente, en lugar de colocarnos siempre como víctimas debemos autoafirmarnos y reírnos de su miseria, avergonzarles socarronamente de su incapacidad sexual y de su escaso atractivo para lograr que una mujer se fije en ellos. Porque nosotras elegimos, señoras, nosotras decimos quién será el padre de nuestros hijos, aunque nos equivoquemos.

Si un tío te gusta, señoras, te mira y pretende robarte un beso, literalmente, se te caen las bragas. Esto proviene del hecho de que nunca a la mujer se le ha dejado la iniciativa, sino que tenía que ser el hombre. Aquélla que iba hacia delante era tildada por hombres y por mujeres como una fresca. Pues señoras tomemos la iniciativa y, perdonen los hombres, se acojonan. Como nos dé por autoafirmarnos no sé yo quién acaba en el ribazo sin darse cuenta.

“Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio hacia los hombres y la sexualidad”.

 A mí me gustan los hombres, pero los de verdad.

domingo, 7 de enero de 2018

PROPOSITOS PARA 2018 ¿IMPOSIBLES?

Comienza el año y hay que hacer propósito de enmienda o de lo que sea. Así que como buena mala mujer, qué contradicción, intenta proponerse proyectos. Pero la verdad no salen muy bien desde el inicio. La contradicción campa a sus anchas en la cabeza. Nada, que no me salen


1.      Portarme como una buena mujer…. un poquito…  JA, JA, JA!

2.      Tener las cosas en su sitio para encontrarla a la primera o segunda. Pero claro, las cosas tendrían que tener un sitio y eso es complicado. Bueno con encontrar las llaves y las gafas. Buff! Ya me canso

3.      No cabrearme con las decisiones de algunos políticos ¡Jolín! Pero si ya estoy pensando en poner una queja en el Ayuntamiento y en el trabajo (esto es el Estado)…. Bueno, las pongo y ya luego me río.

4.      Cambiar mi medio de lucha para cambiar las cosas ¡Vaya! Esto no cuadra con lo anterior. La estoy liando.

5.      Algo más fácil: no hablar tanto de sexo. Y eso ¿por qué? A ver… ¡Qué tontería!

6.      Dejar de fumar. Bueno, pero en realidad eso me lo he propuesto para los 50.

7.      Ir a la peluquería….¡Qué pereza! Pero lo haré

8.      Definir qué hago con mi vida ¡Anda que… ya se me está yendo la pinza..

9.      Pues nada, encontrar la pinza.

10.  Creo que lo mejor será empezar a pensar lo que planearé para el 2019 porque el 2018  MEJOR LO VIVO



martes, 2 de enero de 2018

BUSCANDO ESA ZAPATILLA PERDIDA

Es invierno y es tiempo de zapatillas y sofá. Sin embargo, no logro hacerme con el mecanismo mediante el cual se produce una situación muy particular: vas andando por la casa en zapatillas; de repente miras hacia abajo y sólo hay una zapatilla en tus pies; o cuando estando sentada en zapatillas te levantas, vas andando y te das cuenta que sólo hay una, la otra, nadie sabe dónde fue.

A mí me ha ocurrido varias veces. Se preguntarán si estoy loca. Pues sí. Me vuelvo loca cuando ocurre porque tengo que buscar incansablemente. Si fuera un ciempiés podría entender que perdiera una zapatilla, pero teniendo sólo dos es un poco demencial. Solo ocurre cuando llevas zapatillas que no tienen talón, que van sueltas y al andar acaban siendo lanzadas con la fuerza del paso u olvidada en algún inhóspito lugar.

Los físicos tendrán sus teorías para encontrarlas con cálculos sobre dónde pueden llegar en función de la fuerza y la masa, pero yo utilizo la técnica de ponerme otra zapatilla distinta hasta tener tiempo para buscar la otra. Lo curioso es que mi cabeza no cambia la zapatilla que me queda, sino que ando por casa con una zapatilla distinta en cada pie, en lugar de ponerme las dos de repuesto o, en su defecto, si es verano, ando con una sola zapatilla. A esta actuación no encuentro explicación posible.

Cada vez que me pasa hago lo mismo y acabo de igual forma, riéndome porque no hay forma de encontrar la puñetera zapatilla y tampoco nos preocupa demasiado a las malas mujeres. Quizás esté relacionada con aquella otra zapatilla que, insistentemente, volaba desde la mano de mi madre y que nunca supe cómo recuperaba. No estaba allí para verlo ¿Y vosotros?