viernes, 16 de marzo de 2018

¡ESOS PUÑETEROS NIÑOS!

Tampoco pueden conducir
Tengo una de esas sensaciones extrañas que provienen de una especie de paradoja. Hablo de la vida misma que, a veces, te deja en bragas con tus sensaciones porque te dan ganas de enfadarte aunque el otro lleve razón. El otro día me pasó cuando un niño me echó la bronca por llevar suelto a mi perro chucho de siete meses. Me dijo que no se podía llevar así, que podía morder a un niño y, además, estaba prohibido llevarlos así. Me lo dijo mientras se zampaba un bollo. Ya sé que no tiene nada que ver, pero era así.

El puñetero niño tenía razón, pero me quedé a una pizca de soltarle una sarta de improperios del tipo: tú cállate zampabollos que lo que a ti te pasa es que tienes miedo de que el perro te quite el bollo, gordinflón (era rellenito) y aún encima tu madre te dirá que lo que te pasa es que aún tienes que dar el estirón. Sí, ¡a lo ancho lo vas a dar! Y como sigas así a lo mejor tengo que atar el perro porque te lo comes.

Lo sé. Soy una burra pensando. Menos mal que me reprimí y me castigué. Pero no dejo de pensar: ¡que les pasa a los niños! ¡Qué estamos haciendo que ya no rompen normas! A este paso me veo obedeciendo a los niños. Buff.

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