Un San Fermín acabé montando un caballo |
Actualmente, hay muchas mujeres que denuncian que han sido
violadas cuando salieron de fiesta. No lo niego. Contra las violaciones,
las agresiones o abusos, todo el peso de la Ley.
Pero no debemos olvidar otra vertiente, y me pongo yo como
ejemplo. Yo me las he visto negras con una prima mía francesa, yendo de fiestas
por Navarra y haciendo el arriesgado deporte del auto stop (dedo) por la noche.
Al final salimos bien paradas. Pero, en otras ocasiones, los efluvios del
alcohol han hecho mella y he acabado enrollándome con un tío que ni por asomo
me interesaba. Ya saben aquellas etapas de la borrachera, tan ciertas por otro
lado, en la que terminas al día siguiente preguntándote: ¿Que me acosté con
quién? Y no te queda más que agachar la cabeza y asumir. Lo peor que te puede
pasar es el sentimiento de culpa. Y ese es el que hay que erradicar en la
mujer. Un hombre no se culpa (habrá hombres que sí, alguno conozco que no
olvida cómo una mujer se aprovechó de él cuando estaba borracho), una mujer sí.
Por eso las mujeres debemos ser conscientes de que no es pecado liarnos con
tíos a la ligera. Somos animales sexuales y el alcohol provoca y entusiasma
hasta tal punto que todo el mundo es bueno y guapo.
No vayamos a pasar de ser juzgadas a juzgar y de temer por
las hijas a temer por lo hijos. No adelantaremos nada. La Ley es mejorable, las
mentalidades también: todas deben evolucionar hacia mayores cotas de libertad y
de igualdad. Como digo, en mi filosofía casera, nunca seremos iguales hasta que las mujeres no
podamos ponernos a mear en el arcén de una carretera debidamente resguardadas. Esto último merece una nueva entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario