lunes, 16 de enero de 2017

ESE HONOR RANCIO

Sí, el puto honor de macho español ha hecho sucumbir a muchas mujeres. Un honor mezclado con orgullo mal entendido porque se basa en una definición equívoca de ese honor. Ese honor rancio, que no quiere ser mancillado ¡Cuánto daño ha hecho! Al hombre, esclavizado por ese honor, orgulloso de su ignorancia; y a la mujer que, para recrecerlo, tenía que llevar la honra clavada en el corazón y en las mejillas. Ese puñetero honor de hombre que no es más que un resquicio moral y que nada tiene que ver con el honor, porque lo único que pretende es que “su” mujer sea la más honrada, recta y moral, reflejo de unas pobres miras.

Esto les revienta, seguro.
Ese hombre que se enorgullece de su honor. ¿Honor de qué? ¿De tener una mujer a sus pies, de tener una mujer que no piense, que no camine, que no sienta, salvo por el honor de su hombre? Eso no es una mujer. La mujer debe ser libre igual que él.

Ese tipo de hombre no se sentiría orgulloso de abrir su mente, de ampliar perspectiva. No ¡Qué va! Se siente orgulloso de lo propio, de la tradición y de la moralidad más rancia. ¿Acaso no es más honorable saber dejar ser libre?

Menos mal que ese honor se va perdiendo. Pero, aún queda, aún se mantiene. Hay muchos honores mal entendidos, y no es exclusivo de los hombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario