viernes, 1 de mayo de 2020

LA VUELTA AL BAR

No se puede pretender organizar la vuelta a los bares sin antes consultar a los principales expertos en el tema: los profesionales. Y las malas mujeres lo somos. No estoy hablando de los propietarios sino de los consumidores habituales, esos que no se sientan en la terracita y se pegan cuatro horas delante de un refresco o, arriesgándome mucho, una cerveza con limón. Me refiero a los que vamos y no necesitamos ni mesa, ni silla, sólo que nos pongan la cerveza que ya nos apañamos solitos. Somos los de la barra, los que consumimos de verdad. A esos, el Gobierno, los descarta, cuando somos los que sostenemos a los bares. Hay que ser poco profesional para no ver eso.
Porque, señores del Gobierno, en mi bar de abajo (ya sé que ustedes no lo tienen porque viven en casitas  o casoplones) hay una terraza, pero alrededor tiene unos pivotes maravillosos donde apalancarse en torno a ellos, guardando las distancias con el otro y tomarse su cervecita hasta con un cigarro. A eso, cómo lo llaman ustedes: servicio de bar o servicio de terrazas. (Cómo te echo de menos Norka y a todos los demás)
Hay bares que tienen dos toneles a cada lado de la puerta. Ustedes, ¿cómo llaman a eso?: terraza. Porque, si fuera así, les toca medio tonel.
Casuísticas hay muchas, pero las desconocen.
Y ya no me meto con la Ministra para la cual trabajo, que podría callarse ese piquito de oro y mirarse el ombligo de cómo anda su Ministerio, que no hablo porque me daría para largo. 
Y como de nada sirve porque no escuchan, así les va, y nos va.