sábado, 30 de noviembre de 2019

¿ORGASMOS RÁPIDOS?


 Parece ser que entre las mujeres está haciendo furor el juguetito succionador de clítoris; más aún teniendo en cuenta las fechas en las que estamos.
Por supuesto, yo no estoy en contra de ningún juguete erótico; están los vibradores, las bolitas, pinzas para los pezones y otros cacharitos varios para hacerte pasar un buen rato.
Sin embargo, no me cuadra eso de un succionador para orgasmos rápidos. A ver, señoras, me parece que vamos mal ¿La cuestión  no estaba en pasarlo bien un montón de rato? Los hombres siempre han buscado acabar con la eyaculación precoz y ahora vamos nosotras y queremos una eyaculación precoz de nuestro clítoris. Así que me he perdido. Como siempre, acabo siendo una mala mujer a contracorriente. El acto sexual requiere tiempo, requiere conocerse a sí misma, buscar la postura, lo que te va; hay que esforzarse. Parece que nos han metido la rapidez en el cuerpo. Hasta hay que correr para correrse.
Por otra parte me pregunto cuántas mujeres en España no sabían masturbarse. Y lo peor de todo es que algunas ya concluyen que no necesitan más pollas.
Lo siento. Me gustan los juguetes. Pero para mi el mejor juguete es un hombre con el que poder hacer cositas y llegar a orgasmos de clítoris y vaginales. Porque cuando una se masturba, por lo menos yo, me gusta pensar en las cosas guarras que podría estar haciendo con un tío. Los juguetes están bien cuando estás sola y te apetece, pero no lo cambio por el tío que me va a mí. Porque lo pasas bien cuando tú llegas y el doble cuando lo ves llegar a él.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

UNA SONRISA A FAVOR DEL PORNO


 No digo nada nuevo si señalo que hay una corriente actual que criminaliza la pornografía. Yo, como mala mujer, he hecho uso de ella tanto en revistas como en películas, si se las puede llamar así, porque no sueles ver mucho más allá de diez minutos.

Hemos olvidado lo que ha supuesto la pornografía en España y en la sociedad española. Todavía recuerdo, cuando yo rondaba los 7 años, cómo mis padres estaban como locos porque la película Emmanuelle, calificada como X, llegaba a los cines españoles. Estaban pletóricos. El día que se iban a verla, pasaron la tarde con un rostro de felicidad incalificable para una niña. Les encantó. Cierto que hoy se la calificaría como erótica, pero cada tiempo es distinto.
Como muchos adolescentes de la época, los españoles fueron perdiendo el puritanismo instaurado por años de mandato eclesial. Mientras los mayores iban al cine, los niños descubrieron las revistas porno que sus hermanos mayores escondían debajo del colchón.
Bueno, pues ahora, parece que volvemos hacia atrás. En lugar de asumir el sexo, y dejarnos de paternalismos estatales que señalan a los ciudadanos como una pandilla de pervertidos que se creen que esas posturas son normales, como también nos debimos creer supermanes y nos lanzamos por las ventanas, nos empeñamos en combatirlo porque es malo, es patriarcal, es opresor y no sé cuántas cosas más.
Eso sí, de las películas en las que decapitan, abren en canal y demás carnicerías, no dicen nada.
En cambio, yo sigo viendo la sonrisa de mis padres al ver Emmanuelle. Y me quedo con ella.