miércoles, 13 de noviembre de 2019

UNA SONRISA A FAVOR DEL PORNO


 No digo nada nuevo si señalo que hay una corriente actual que criminaliza la pornografía. Yo, como mala mujer, he hecho uso de ella tanto en revistas como en películas, si se las puede llamar así, porque no sueles ver mucho más allá de diez minutos.

Hemos olvidado lo que ha supuesto la pornografía en España y en la sociedad española. Todavía recuerdo, cuando yo rondaba los 7 años, cómo mis padres estaban como locos porque la película Emmanuelle, calificada como X, llegaba a los cines españoles. Estaban pletóricos. El día que se iban a verla, pasaron la tarde con un rostro de felicidad incalificable para una niña. Les encantó. Cierto que hoy se la calificaría como erótica, pero cada tiempo es distinto.
Como muchos adolescentes de la época, los españoles fueron perdiendo el puritanismo instaurado por años de mandato eclesial. Mientras los mayores iban al cine, los niños descubrieron las revistas porno que sus hermanos mayores escondían debajo del colchón.
Bueno, pues ahora, parece que volvemos hacia atrás. En lugar de asumir el sexo, y dejarnos de paternalismos estatales que señalan a los ciudadanos como una pandilla de pervertidos que se creen que esas posturas son normales, como también nos debimos creer supermanes y nos lanzamos por las ventanas, nos empeñamos en combatirlo porque es malo, es patriarcal, es opresor y no sé cuántas cosas más.
Eso sí, de las películas en las que decapitan, abren en canal y demás carnicerías, no dicen nada.
En cambio, yo sigo viendo la sonrisa de mis padres al ver Emmanuelle. Y me quedo con ella.

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