¡Vaya la que se lía con ciertos comentarios jocosos que no
tienen nada de malo!
No sé qué nos pasa
a las mujeres.
pero estamos de lo más
susceptibles.
El caso es que uno, al contemplar a una socorrista de Gijón,
se le ocurrió comentar lo siguiente: “alarma en Gijón, 10 ahogados en el último
día, algunos hasta dos o tres veces”. No veo nada ofensivo en ello, es de lo más
original. La chica, como socorrista, tiene un buen cuerpo y el comentario no
hace más que constatarlo.
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Cuidado no os confundáis. |
Parece ser que ahora toca no admirar lo que consideramos
atractivo, sin tener en cuenta que nosotras también lo hacemos. No nos pueden
mirar si vamos provocativas y decir algo puede ser considerado un ataque en
toda regla.
Vayamos por partes. Pregunta: si nos ponemos provocativas,
¿para qué lo hacemos? Por comodidad lo dudo. Evidentemente, cada cual puede ir
como le venga en gana y nadie tiene por qué criticarlo, cosa que hacemos muy
habitualmente las mujeres con otras mujeres. Pero no quiero perderme.
La provocación forma parte del juego de la vida y no sólo
humana. ¿Qué hace el pavo real con su fantástica cola? Pavonearse y nosotros
admirándolo. Pues eso hacemos también nosotros. Como he dicho alguna vez, el
hombre utiliza su fuerza y la mujer sus encantos. Lo de la inteligencia lo dejo
a un lado, ¡vale! Que no es el asunto ahora. Lo curioso del mundo animal es que.
en muchas especies, es el macho el que se pavonea o tiene unos colores más
vistosos. En nuestro caso nos ha tocado más a las hembras, aunque los hombres
también lo hacen, y si una tía va con un escote de vértigo, cómo evitas que no
te miren ahí (igual que al pavo cuando despliega su cola). La cuestión está en
que una cosa es admirar y otra, muy distinta, pasar a la acción. Eso será si la
hembra quiere.
Las mujeres podemos ir como nos de la gana. De hecho, el
otro día vi a una chica un poco entradita en carnes, con un pantalón muy
ceñido, de esos subidos, y una camiseta escotada y ajustada. No le quedaba nada
bien. Pero denotaba algo importante: no le importaba, tenía su autoestima bien
definida.
Volviendo a Gijón. Los únicos que han metido la pata han
sido los del Ayuntamiento aconsejando a las socorristas que vayan en pantalón.
Las chicas y los chicos que vayan como deben ir en su trabajo, que apreciar los
encantos no creo que sea nada aborrecible. Peor sería decir otras cosas.