martes, 1 de agosto de 2017

PROVOCANDO A LA TRADICIÓN

No soy nada tradicional y de resultas, poco localista, lo que me lleva a no enarbolar banderas de ningún color. Yo es que para evitar problemas las quitaría todas y pondría una carita sonriente.

Acaban de finalizar las fiestas de Tudela, con todos esos actos tradicionales, algunos de hace 30, 40 o 50 años, y en el único que he participado es en la revoltosa. Para quien no la conozca consiste en correr al ritmo de la música de la banda alrededor del quiosco de la plaza. Yo lo hago para probarme. Este año he conseguido aguantar toda la revoltosa sin parar, ganando así a mi hija y a su amiga. Esta última vino acompañada de su abuelo con el que  tuve una conversación muy enriquecedora.

Previamente a la Revoltosa, se baila el baile de la era y la jota de Tudela, recuperadas hace unos años. El abuelo y yo observábamos su desarrollo, cuando en un momento dado se arriesgó y comentó que era un poco aburrido. Asentí señalando que había bailes tradicionales más animados. Entonces continuó señalando que las tradiciones están bien, pero no todas y, por supuesto, muchas hay que entenderlas enmarcadas en su época. Después me sugirió la imagen de los tiempos en los que se bailaba sin luz, sin aparatos, sin tecnología; la gente, en los días de fiesta, llegando a casa al anochecer después de bailar y comentando ¡vaya noche de juerga, que desenfreno, estoy agotado! Me hizo reír porque pienso igual. Supongo que dentro de 100 años lo tradicional será el rock y la música electrónica, el chunda, chunda etc.

Al final, dos generaciones opinando lo mismo y a contracorriente de los tiempos que todo lo recuperan, sea lo que sea y como sea. ¿Qué pasa? ¿Somos una minoría permanente que se arrastra circulando por el lado contrario, con mucha precaución?

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