Esto no pasaba antes. Pero es lo que puede ocurrir cuando
sales con un perro antes de ir a trabajar y te tomas una caña por la mañana en
una terraza. Estas tomando la caña, el perro hace lo que tiene que hacer. Lo
recoges en la bolsita correspondiente, no ves ninguna papelera, ni contenedor
abierto porque en el casco viejo, donde vivo, cierran los contenedores subterráneos
en fiestas. Entonces guardas la bolsa debajo de la silla de la terraza del bar
para tirarla cuando te vayas. Y miras el reloj.
Te tienes que ir a trabajar.
|
Es lo que hay |
Te
levantas. Vas hacia casa y le dices al colega que te acompaña gritando:
¡Hostia, me he olvidado la caca! La frasecita tiene ya su aquel si la oye
alguien ajeno a la situación y en el centro son muchos. Así que de ahí sale el desvarío y la imaginación
empieza a hacer lo suyo ante la pregunta que te suscitas: ¿me vuelvo a por
ello? ¿Y qué digo? Hola perdona has visto una bolsita con una caca dentro, es
que me la he dejado. O pones un anuncio en el periódico, perdida caca en el
Bolker, zona Herrerias, quien la encuentre, por favor, la depositen en el
contenedor adecuado. Disculpen las molestias. O se la lleva alguien para ver
qué hay dentro. O la deposita en objetos perdidos. O lo dejo a su imaginación todo lo que se te puede ocurrir porque es imposible recordarlo-
Al final, después del despotorro montado a raíz de la
frasecita gritada al viento, me acordé que la había depositado en una papelera
que oteé en el horizonte. Pero las risas fueron mayúsculas. Los olvidos tienen
eso de divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario