Ayer escuché en la radio que hablar así podía ser sexista,
porque si los comentarios que surgieron en twiter fueran sobre mujeres así lo
calificaríamos. Cierto, lo haríamos.
¡Y un carajo sexista! ¡Es puramente sexual! Vamos a ver. De
toda la vida mía, las hembras que me han rodeado hemos hablado de lo buenos que
están los cachas, sin excesos, y los uniformes, que no sé por qué nos ponen un
montón, será cuestión de autoridad o de alguna fuerza que nos imaginamos.
Aunque, todo lo que hablamos acaba siendo una fantasmada, al igual que hacen
los hombres, porque acabamos saliendo con hombres que no se parecen en nada a
nuestros devaneos mentales y nos gustan, altos y delgados o macarras o
extravagantes o románticos o normalitos.
Total, que somos iguales, que a los tíos les van unas formas
y a las tías nos ponen otras. Pero desde un punto imaginario provocado por
nuestros instintos sexuales, que antes los calificaban como bajos instintos.
Quizás porque es el único placer al que toda clase social puede acceder.
Supongo que eso ha pasado en todas las épocas, lo que ocurre
es que no lo exteriorizábamos, más bien lo reprimíamos por obsceno y
pecaminoso. Así que, ahora, ya va siendo hora de dar rienda suelta a nuestros
deseos, aunque sólo sean eso y sean más bien jocosos.
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