miércoles, 14 de febrero de 2018

ME DECLARO FUGITIVA DEL DEBER

Sí, me declaro fugitiva del deber porque soy ese tipo de malamujer que no quiere que le digan cómo debe ser la vida, cómo debo vestirme, cómo debo ser madre, cómo debo comportarme para no ofender a quien se siente ofendido por cualquier cosa que no le hace daño, salvo a su visión de cómo deben ser las cosas. 

Sí, me declaro fugitiva del deber porque no entiendo que haya cosas que deban ser siempre como son o como dicen quienes dicen entender que deben ser. Porque a mi hijos no los siento en una mesa para comer, porque hablamos cuando nos apetece, no cuando dicen las normas; porque no tengo todo controlado, porque los educo a mi manera y no tengo ni idea de cómo es esa manera; porque muchas veces les doy macarrones y carne porque no logro cómo darles las cinco piezas de fruta y verdura. Soy mala.

 Sí, soy fugitiva del deber porque escribo como siento, porque no quiero que me digan cómo debo pensar por ser mujer o por ser hombre, sino como persona.
Me declaro fugitiva del deber moral y puritano, de lo correcto que no entiendo y que nada tiene que ver con el respeto.
El deber me aprisiona, me enajena, me encorseta; y yo quiero probar, y equivocarme y aprender a ser mejor.
Lo que puede dar de sí una frase de Sabina.

martes, 6 de febrero de 2018

UNA DE CONEJOS O....


No sé si han visto conejos en el campo. Yo muuuchos; cada día me cruzo o se cruzan conmigo, no sé muy quién lleva la iniciativa. Mi trabajo me lo permite. Y claro, de noche, por los caminos, en la furgoneta del Ministerio, sola, te da por pensar en el comportamiento de estos pequeños animales y no lo haces de forma razonable, sino con elucubraciones mentales que no vienen a camino. Porque, vamos a ver: ¿en qué están pensando estos animalitos que siempre esperan a que llegue la furgoneta para pasar? ¿Están apostando a ver quién lo hace más difícil, a ver quién se complica más la vida, en sentido literal de la palabra?
Los veo en la cuneta, atentos, sentados, esperando y cuando llego, pasan, no uno, sino varios, corriendo, nadie saben hacia dónde ¿Acaso sus progenitores les han dicho: cuando veas la luz pasa? Y luego está esa manera tan estresante de correr ¿Para qué corren tanto? ¿Dónde van? Si tienen la hierba debajo de sus pies. No me extraña que Alicia se volviera loca persiguiendo al conejo.
Pensándolo bien, quizás no haya muchas divergencias entre nosotros y los conejos.