Sí, me declaro fugitiva del deber porque no entiendo que haya cosas que deban ser siempre como son o como dicen quienes dicen entender que deben ser. Porque a mi hijos no los siento en una mesa para comer, porque hablamos cuando nos apetece, no cuando dicen las normas; porque no tengo todo controlado, porque los educo a mi manera y no tengo ni idea de cómo es esa manera; porque muchas veces les doy macarrones y carne porque no logro cómo darles las cinco piezas de fruta y verdura. Soy mala.
Sí, soy fugitiva del deber porque escribo como siento, porque no quiero que me digan cómo debo pensar por ser mujer o por ser hombre, sino como persona.
Me declaro fugitiva del deber moral y puritano, de lo correcto que no entiendo y que nada tiene que ver con el respeto.
El deber me aprisiona, me enajena, me encorseta; y yo quiero
probar, y equivocarme y aprender a ser mejor.Lo que puede dar de sí una frase de Sabina.