viernes, 29 de marzo de 2019

DISCUTIENDO SOBRE FRESAS

Suelen decir que los niños copian los modelos de los adultos. No estoy muy segura de ello, fundamentalmente, porque a mi me pasa lo contrario.

Hace unos días fuimos mi hija y yo a comprar al supermercado. Había unas fresas estupendas. Ella apuntó una cajita que le gustaba; me fijé en ella, pero en lugar de una etiqueta grande que pusiera el origen, venía un impreso donde señalaba los beneficios para el corazón; sin embargo, también eran de Huelva.
La cuestión, entonces se suscitó entorno a qué envase cogíamos, yo pillé el que suponía había dicho mi hija; ella decía que no, que era otro y la liamos.
Frente al lineal de fresas nos pusimos a discutir: yo cojo este, que no, decía ella, que ese no es el que yo quiero, que es este; que no, que era este, insistía yo, señalando otro; y así nos enzarzamos las dos discutiendo sobre cuál era mejor, hasta que acabé diciendo: “pues ahora cojo los dos ¡hala!”
Cuando levanté la cabeza, las personas que esperaban en la pescadería, la gente que estaba por los pasillos y una chica que conocía del barrio, nos estaban mirando, asombradas, riéndose del debate de fresas que habíamos mantenido.

No. Los adultos también copiamos de los niños; las risas que nos podemos echar cuando eso ocurre te alegran los días

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