No, el confinamiento no mejora el orden de una Mala Mujer y
menos con niños. Ayer fue uno de esos días en que te ves desde fuera haciendo
algo tan sumamente caótico y disparatado que tienes que reírte de la situación.
Me pasa muy a menudo, pero esta vez mi hija me acompañaba, pero sólo por
divertirse.
Estábamos buscando el cortaúñas. Este elemento tiene su
historia anterior: desapareció hace dos semanas y lo encontramos, tras
días de búsqueda, cuando se me encendió la luz y vi, claramente, donde podía
estar: en el suelo. No me pregunten por qué ése es un lugar donde buscar cosas. Les
remito, si quieren, al misterio del Ketchup de este mismo blog.
En suma, estábamos buscando por el baño al mismo tiempo que yo relataba
lo que iba encontrando. En la cesta de los cepillos del pelo: cepillos, peine,
dos caramelos y una pinza de ropa. Luego anduvimos por el salón, la cocina… Mi
hijo, adolescente, con cierta cabeza, nos recordó que ya había desaparecido
hacía dos semanas. Cierto, lo sabíamos y lo habíamos encontrado en el suelo. Así que madre
e hija nos pusimos a cuatro patas buscando por el suelo empezando por el baño.
Cuando nos vimos ambas en esa posición, nos miramos y empezamos a reírnos como locas
pensando qué puñetas hacían dos caramelos en la cesta de los cepillos y, sobre
todo, qué hacíamos ambas a cuatro patas.
El susodicho todavía no ha aparecido. Será puñetero.
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