sábado, 10 de agosto de 2024

BENDITA ADOLESCENCIA, A VECES...

Para toda mala mujer llega la adolescencia de sus hijos. Lo que no se espera es que sea ella el dardo de las risas de sus hijos. Y eso viene cuando una se ha quedado en pausa y no quiere avanzar porque, en algún momento, su cerebro dijo que hasta aquí llegaba su madurez. Y ahí es cuando la lías porque entre que te haces mayor y la neuronas hacen locuras, pero te ves un cuerpecito cada vez  más pequeño, se te hace un lío la cabeza (o ya lo tenías de serie, que el desorden ha sido tu tónica)  tus hijos empiezan a ver que su madre tiene algo que no tienen otras madres.

Y así, hace dos días, llegué a casa con mi hija de 14 años y nada más llegar, me paro en la entrada para dejar el bolso y algo más; mi hija sigue hacia delante, seguro que se fue al baño, a recomponerse, y sin moverme del sito le suelto a mi hija alzando la voz con un tono de sorpresa "¡Te puedes creer que no sé dónde he metido las llaves!". A lo que ella, desde el fondo de mi pequeño piso, me responde con cierto retintín "De hecho, sí".

Y se me cae la casa encima, mi autoestima, mis neuronas que no me avisaron que no debía señalar ese "te puedes creer" y me empiezo reír de mí misma como si no hubiera un mañana. Bendita adolescencia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario