domingo, 30 de abril de 2017

LOS HOMBRES SON MÁS FELICES (1º parte)

Es el título de un monólogo de una mujer, Lis Pereira, que descubrí en algún sitio, supongo que en Facebook. Me ha parecido genial ya que evidencia, con gracia, ciertas cosas en las que deberíamos pensar.

Dice que cuando una mujer se mira al espejo lo primero que se dice: uff qué vieja, qué arrugas, qué mal estoy, etc. Un hombre, en cambio, se mira, y se dice: ¡qué pasa, tú no estás viejo, estás interesante!

Hay quienes señalarán que las mujeres sufrimos los cánones estéticos impuestos por el patriarcado. Pero yo me pregunto si no hay cánones estéticos en los hombres ¡Pues sí! Pero, parece que no les preocupa tanto. De hecho, ¿alguno se ha visto condicionado por el David de Miguel Ángel? El artista lo dejó bien hecho, aunque yo le hubiera añadido algo más de escayola en alguna parte.

Lo cierto es que los hombres no se ven tan mediatizados por los modelos estéticos, aunque las mujeres tengamos nuestras preferencias.

Y es que las mujeres tenemos ciertas particularidades que deberíamos mirarnos. La primera el hecho de enjuiciar constantemente a otras mujeres. Suele concluirse que es envidia, pero creo que es falta de autoestima de nuestro propio sexo. Como dice el monólogo, los hombres se aman más, quizás porque aman su sexo, y no me refiero al aparato, que también. Nosotras, en cambio, no lo hacemos y así estamos llenas de rarezas.

martes, 25 de abril de 2017

MATERNIDAD SUBROGADA

Las malas mujeres no eludimos los debates, por eso voy a entrar en el tema de la maternidad subrogada, vientres de alquiler o como quiera que lo queramos llamar. Uno de los argumentos en contra es el de la explotación de la mujer. No niego este aspecto. Sin embargo, no podemos obviar que estamos en una sociedad puramente mercantilista, todo se vende y se compra; más aún, estamos obsesionados por la adquisición de bienes. Así es. No me gusta, pero ahora es lo que hay. Y como mala mujer provocadora me niego a establecer diferencias en las cuestiones de explotación, sobre todo cuando se establecen por criterios morales. Por eso me planteo ¿Qué grado de explotación estamos dispuestos a asumir? ¿Aquel que no implique una carga de conciencia estrictamente moral y religiosa? No llego a entender por qué es menos asumible vender sexo o vientres que vender 12 o 15 horas de vida y tiempo en trabajos de mierda y mal pagados de personas que, a lo mejor, tienen niños. Pero en esos no pensamos. Es asumible ¿Por qué es más asumible una adopción internacional en países más desfavorecidos sabiendo el coste de las adopciones?

Explotación es aprovechar a otra persona en beneficio propio; a lo que añadiría un aspecto de desvalorización del individuo.

Otra cosa es la perspectiva del tercero, el más importante: el niño. No dudo de que los padres, sean adoptivos o subrogados, le darán todo el amor que puedan. Sin embargo, no puedo tampoco dejar de pensar que nuestras mentes, con ese deseo de descendencia, sean en parejas hetero u homosexuales, están condicionadas por ese fin, un tanto egoísta, a veces, de necesidad de perpetuación. Y así llego a pensar que, como animales racionales, deberíamos haber aprendido que el amor no requiere de un producto, sino que ya es algo en sí mismo.

En suma, que estoy hecha un lío. Que hay temas en los que no se puede ser estrictamente categóricos, teniendo en cuenta el puñetero mundo en el que vivimos.

lunes, 17 de abril de 2017

NO RENUNCIAR A NADA

Las malas mujeres no queremos renunciar a nada. Se acabó quedarse siempre con los niños. Seguramente habrá muchas mujeres que opinen que en una separación la madre está en mejor disposición para la custodia de los niños. Pero es una visión tradicional, una losa que pesa sobre la mujer y que, además, la llevamos con orgullo. La mujer se quedaba con los niños porque era la que estaba en casa, no tenía aspiraciones profesionales y podía entregarse a sus hijos y olvidarse de su vida. Y esa mentalidad sigue vigente. Se entiende perfectamente que un hombre sólo vea a sus hijos los fines de semana alternos, pero no entenderíamos nunca que una mujer renunciara a la custodia y sólo los viese esos mismos fines de semana. Tanto hombres como mujeres verían muy mal a esa mujer y ella misma hasta se sentiría culpable. La culpa, la constante culpa que nos viene impuesta socialmente y que hemos asumido.

Pero demos un paso más. Pudiera ser que entendiéramos las aspiraciones profesionales. Pero, ¡ay! si la mujer renuncia a la custodia por un hombre; el título menor que se le achacaría sería el de zorra; aunque esto, en los hombres, haya podido ser bastante habitual.

Sin embargo, el amor de una madre o de un padre no se mide por el tiempo, sino por lo que les ofreces en ese tiempo; y no hablo de cosas materiales ¿Acaso el amor de madre es distinto al del padre?

De cualquier forma, menos mal que va ampliándose la custodia compartida. Porque las mujeres no queremos renunciar a un vida plena, la que podamos agarrar en cada momento. Porque los hijos, en suma, volarán. Como debe ser.

miércoles, 12 de abril de 2017

EXPERIMENTOS CON LEJIA LOS JUSTOS


Suele decirse que hay una justa medida para cada cosa. Pero las malas mujeres no andamos bien en estas lides, sobre todo, cuando se trata de hacer algo en casa que nunca hemos hecho o muy pocas veces se nos ha ocurrido. Sé perfectamente lo que hace la lejía con la ropa, lo sé. Sin embargo, mi amiga, otra mala mujer, pero muy mañosa para la cocina y otras cosas, me enseñó cómo lavaba la cazadora de su hija repleta de manchas, con agua y un poco de lejía.

En alguna ocasión he dicho que me encanta mancharme; en realidad, quiero decir que no soy cuidadosa, no es que lo haga a propósito, sino que sale así, me mancho. Y en el trabajo me mancho mucho más. Y al ver cómo lo hacía mi amiga, yo, ni corta ni perezosa, me puse en acción con una camiseta del trabajo ¡Menos mal! El resultado es de lo más original y concluyente; pero lo peor de todo es que las manchas siguen ahí.

¡Cachis! Será cuestión de que soy peor que las niñas manchándome y peor que las niñas lavando. No tengo medida.

domingo, 2 de abril de 2017

DOS MUJERES DESPISTADAS


Luego va y te despistas, claro
Las malas mujeres hay días que andamos algo despistadas y cuando nos juntamos somos capaces de aliarnos en nuestros despistes, apoyarnos en ello. Eso sí, al percatarnos, nos tronchamos de risa, Momentos que no tienen precio.

El martes pasado nos ocurrió uno de esos momentos, Andábamos mi amiga y yo haciendo nuestras cosas cuando le digo, así, sin pensar, como dice mi hija que hago: “se me ha metido en la cabeza que hoy es miércoles y es jueves”. A lo que ella contestó, también sin pensar demasiado y totalmente convencida: “ pues sí, es jueves”. Pasaron unos segundos. Nos miramos y estallamos en una sonora carcajada al comprobar cómo nos apoyábamos en nuestros deslices.

Yo cada vez que recuerdo su cara convencida me parto de risa. Eso es compañerismo, y lo demás, gaitas.