martes, 25 de abril de 2017

MATERNIDAD SUBROGADA

Las malas mujeres no eludimos los debates, por eso voy a entrar en el tema de la maternidad subrogada, vientres de alquiler o como quiera que lo queramos llamar. Uno de los argumentos en contra es el de la explotación de la mujer. No niego este aspecto. Sin embargo, no podemos obviar que estamos en una sociedad puramente mercantilista, todo se vende y se compra; más aún, estamos obsesionados por la adquisición de bienes. Así es. No me gusta, pero ahora es lo que hay. Y como mala mujer provocadora me niego a establecer diferencias en las cuestiones de explotación, sobre todo cuando se establecen por criterios morales. Por eso me planteo ¿Qué grado de explotación estamos dispuestos a asumir? ¿Aquel que no implique una carga de conciencia estrictamente moral y religiosa? No llego a entender por qué es menos asumible vender sexo o vientres que vender 12 o 15 horas de vida y tiempo en trabajos de mierda y mal pagados de personas que, a lo mejor, tienen niños. Pero en esos no pensamos. Es asumible ¿Por qué es más asumible una adopción internacional en países más desfavorecidos sabiendo el coste de las adopciones?

Explotación es aprovechar a otra persona en beneficio propio; a lo que añadiría un aspecto de desvalorización del individuo.

Otra cosa es la perspectiva del tercero, el más importante: el niño. No dudo de que los padres, sean adoptivos o subrogados, le darán todo el amor que puedan. Sin embargo, no puedo tampoco dejar de pensar que nuestras mentes, con ese deseo de descendencia, sean en parejas hetero u homosexuales, están condicionadas por ese fin, un tanto egoísta, a veces, de necesidad de perpetuación. Y así llego a pensar que, como animales racionales, deberíamos haber aprendido que el amor no requiere de un producto, sino que ya es algo en sí mismo.

En suma, que estoy hecha un lío. Que hay temas en los que no se puede ser estrictamente categóricos, teniendo en cuenta el puñetero mundo en el que vivimos.

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