Las malas mujeres no queremos renunciar a nada. Se acabó
quedarse siempre con los niños. Seguramente habrá muchas mujeres que opinen que
en una separación la madre está en mejor disposición para la custodia de los
niños. Pero es una visión tradicional, una losa que pesa sobre la mujer y que,
además, la llevamos con orgullo. La mujer se quedaba con los niños porque era
la que estaba en casa, no tenía aspiraciones profesionales y podía entregarse a
sus hijos y olvidarse de su vida. Y esa mentalidad sigue vigente. Se entiende
perfectamente que un hombre sólo vea a sus hijos los fines de semana alternos,
pero no entenderíamos nunca que una mujer renunciara a la custodia y sólo los
viese esos mismos fines de semana. Tanto hombres como mujeres verían muy mal a
esa mujer y ella misma hasta se sentiría culpable. La culpa, la constante culpa
que nos viene impuesta socialmente y que hemos asumido.
Pero demos un paso más. Pudiera ser que entendiéramos las
aspiraciones profesionales. Pero, ¡ay! si la mujer renuncia a la custodia por
un hombre; el título menor que se le achacaría sería el de zorra; aunque esto,
en los hombres, haya podido ser bastante habitual.
Sin embargo, el amor de una madre o de un padre no se mide
por el tiempo, sino por lo que les ofreces en ese tiempo; y no hablo de cosas
materiales ¿Acaso el amor de madre es distinto al del padre?
De cualquier forma, menos mal que va ampliándose la custodia
compartida. Porque las mujeres no queremos renunciar a un vida plena, la que
podamos agarrar en cada momento. Porque los hijos, en suma, volarán. Como debe
ser.
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