lunes, 6 de abril de 2020

YA LO HARÉ MAÑANA


Llevamos unos 22 días encerrados, bueno yo he tenido que ir a trabajar, aunque esta semana la tengo toda libre y sin los niños ¡Cachis! Un año que me toca librar en Semana Santa y llega la Covid 19.
Así que esta mañana me he dicho, en voz alta y con total convencimiento, “Marta hay que ponerse a limpiar que va a terminar el confinamiento y la casa sin barrer”. ¡Oye, que me lo he creído!



Dicho y hecho. He cogido los trapos y me he ido a la habitación de mi hijo. He limpiado el polvo; he quitado las sábanas; en ese momento ya he empezado a decirme: “buff, aún quedan días, se va a llenar de polvo otra vez”. Pero me he sobrepuesto y he continuado aspirando, barriendo, he puesto música (ahí creo que la he cagado) y al final he logrado fregar el suelo. Esperando el secado, con la música de “Manifa” animándome a la rebelión, me he abierto una cervecita; he empezado a desparramarme por la casa, es decir, que se me ha ido la cabeza de un sitio a otro, cantando, hablando con perro que, por supuesto, me ha pisado el fregao. Ya no me importaba. Mañana más, me he dicho. Mi mente ya no estaba en lo que tenía que estar; no por falta de fuerzas, sino de concentración. De hecho, me he dado cuenta que no he limpiado los cristales, pero como va a llover pa qué.
Es lo que  tienen las malas mujeres con pajaritos en la cabeza y el inconformismo en la sangre: que la limpieza ya la terminaré mañana o pasado o al otro; mientras podamos cantar y bailar.

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