Mi querida amiga y yo andamos liadas con nuestros coches y
cómo aparcarlos. Vivimos en el centro de Tudela y llevamos un enorme enredo,
haciendo cábalas para no tener que mover el coche cuando logramos una plaza en
nuestra calle. Ella lo tiene más fácil, en cuanto encuentra algo, coge el coche
de su padre, que tiene garaje, y se va a trabajar con él ( a 20 kilómetros, no
vaya a salir alguno diciendo que vaya andando). Yo lo tengo más complicado. Una
vez lo dejé justo frente a mi casa y me mordía las uñas pensando en cómo hacer para no moverlo de allí.
Cada día que nos vemos lo primero que comentamos es dónde
hemos dejado el coche. Ella tiene mejor horario que yo, porque llega cuando
empieza a haber huecos. Lo tenemos controlado eso también,
Total, que nos vemos las dos como el José Mota en su escena
de “Aparcar en el centro de Madrid”, pero sin suegra dentro.
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