Solo se me ocurrió preguntarme (a quién se le ocurre), de dónde había salido el término salvaslip, teniendo en cuenta que aquí lo llamamos bragas. Y aunque suponía que la cosa vino de fuera, porque aquí siempre hemos sido muy pudorosas, me puse a buscar en míster Google sobre este tema. Y el míster, siempre tan agradecido, me llevó hasta una página de una chica que acabó dejándome, literalmente, en bragas.
Según ella, los salva slip, compresas y demás utensilios de
higiene femenina eran el símbolo de la imposición del hombre para hacernos
sentir sucias y malolientes ¡Pecadoraaaaas!
Supongo, y sólo supongo, que la chica nunca pudo ver a
aquellas mujeres que tenían que lavar esos trapitos de algodón que utilizaban
como compresas, con los que empapaban la sangre de su regla, porque no era
cuestión de ir goteando por ahí; del mismo modo que si nos hacemos una herida,
intentamos limpiarla y taparla y no somos sucios por ello.
Tampoco creo que se diera cuenta de la liberación que supuso
para la mujer estos elementos higiénicos opresores con los que la mujer pudo
llevar pantalones (benditos tampones) y hacer lo que le viniera en gana.
No vamos a negar que se genere una gran cantidad de residuos;
al fin ha llegado la copa menstrual. Pero de ahí a señalar a las compresas,
tampones y copas como elementos opresores e indicativos de nuestra suciedad,
creo que va un trecho neuronal.
Ni siquiera la regla nos hace sucias. Sólo mancha, al igual
que el vino, el tomate, los calamares en su tinta y el palomino, y no vamos por
ahí orgullosos con nuestras manchas.
Negar los avances que eliminan las trabas biológicas no me
parece un buen progreso para la igualdad. Pero que cada cual haga lo que quiera.
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