Soy despistada y no puedo hacer nada contra ello, ni pienso
hacerlo. Una es como es. Nunca encuentro ni las llaves, ni las gafas y, ahora, tampoco la
correa del perro. Hace unos días iba a sacar a mi chucho (porque es un chucho
con ascendencia chucho) y recorrí toda la casa buscando la correa con el
collar ( menos mal que es pequeña). Sí, hay un lugar para ella, pero no suele estar ahí; al igual que le
pasa a las llaves. Como no las encontraba y el pobre perro andaba loco
siguiéndome por todos lados, decidió, o concluyó por algún tipo de mecanismo
cerebral, que estaba buscando la correa. De repente, cuando ya me daba por
vencida, aparece el puñetero chucho con la correa en la boca y me la tira a los
pies. Tras quedarme algo atónita, le puse el collar y nos fuimos a la calle.
Fue entonces cuando mi mente empezó a trabajar y me dije:
tengo que enseñarle a encontrar las llaves; las gafas no me atrevo porque ya se
ha comido dos. Y en esas estoy, intentando que el perro sepa lo que son las
llaves para que me las traiga. Pero he concluido que tengo que poner algo al
llavero: no le gusta coger con los dientes el metal.
Si logro que me las traiga, le doy un chuletón. ¡La de tiempo
que me va a ahorrar el chucho! Bueno todo el que le doy yo. Así que, en paz. SI
ME ENCUENTRA LAS LLAVES, claro.
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