Sí, eso dicen algunas mujeres, sentadas delante de un
ordenador, planificando lo que tenemos que decir las demás, con la inestimable
ayuda de los mass media, como se decía antes.
Pero las que curramos al lado de hombres, en determinados
trabajos, tenemos que demostrar cada día que somos iguales. Pero resulta que
mido 1.60 y peso menos de 50 kilos, tengo el amor propio por las nubes y hago
esfuerzos más allá de lo que mi cuerpo puede llegar a hacer. Y, a pesar de todo, me ganan. Sí,
me ganan, tienen más fuerza.
Lo siento, pero no quiero igualarme a un hombre porque soy
una mujer. Así de claro y sencillo, tengo una biología totalmente distinta. Lo
cual no quiere decir que no pueda hacer el trabajo.
Porque hay una cosa que sí puedo hacer mejor: luchar junto a
ellos para evitar sobreesfuerzos en el trabajo que, posteriormente, pagaremos
ambos, hombres y mujeres. Medios hay, solo falta unirnos.
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