Hoy en la Cadena Ser hablaban sobre situaciones en las que
los padres se veían condicionados por sus hijos. Eso lo oímos mucho las malas
madres, sobre todo cuando son adolescentes: “mamá, no hagas eso, mamá no
bailes, mamá no cantes, mamá no saltes”. Pero llega un momento en el que ni los
hijos logran condicionarte. Cierto que llegas a planteártelo, pero te empuja
algo desde dentro. Llegas a una edad en la que nadie puede decirte qué narices
tienes que hacer. Ahora estoy en ese punto.
Hace unos años, cuando mi hijo era pequeño, tenía por aquel
entonces entre siete y ocho años, se me ocurrió actuar en el final de curso de
su colegio. La actuación fue memorable, parodié una canción de Camilo Sexto con
una letra inventada. Mi hija, que ahora tiene siete, quiere que su madre haga
lo mismo con ella, que le dedique una canción. Inocente ella.
Así que lo someto a su consideración, aunque ya les digo que
luego haré lo que me dé la gana, si es que me dejan hacerlo desde la Asociación
de Padres, que a lo mejor no. Pero por intentarlo que no quede. Ya tengo
pensada la canción y la letra está en la mente. Luego las consecuencias no las
tengo muy claras, pero yo sé que me lo paso en grande y los demás también ¿Qué
hay de malo?
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