sábado, 4 de marzo de 2017

NiÑOS QUE SE HACEN MAYORES

No suelo tener mucha vergüenza. Y, al final, me pasa que me resulta curioso cómo los niños se avergüenzan de sus mayores. Esa vergüenza se la transmitimos nosotros. Porque cuando son pequeños hablan y se comportan con total naturalidad, sin complejos, sin ataduras; pero poco a poco van adquiriendo esas curiosas normas sociales que, a la postre, les harán comportarse como personas adultas, responsables, adaptadas, homogéneas a la norma ¡Vamos, que les hacemos la Pascua! Pero no se percatan de ello, porque es lo normal.

Y ¿qué puñetas es lo normal? Eso es lo que nos planteamos las malas mujeres. No lo tenemos muy claro, ya que nos gusta hacer un poco lo que nos viene en gana. Sin embargo, nos damos de bruces con la realidad que nos rodea. El hecho de que hayamos crecido nos hace ser capaces de diferenciar y de que, a las alturas en las que nos encontramos, nos resbale lo que piensen los demás. Otra cosa son los niños que se hacen mayores, pre adolescentes, por ejemplo. Ellos no tienen esas armas que te da la experiencia y muchos acaban queriendo ser como los demás.

Lástima. Ser diferente es un plus y algunos ni se han enterado; y además se quieren Hacer Oír.

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