Si le toca cocinar la cena de Navidad no se complica la vida
con miles de platos y chucherías varias y va a lo práctico: qué gusta y qué
empapa, esto es esencial: una buena ensalada bien repleta de tropezones, unos
gambones y un chuletón como Dios manda. Se acabó, y ahora que alguien me diga
que se queda con hambre.
Luego está el momento de la llegada de Papa Noel o los Reyes
o el Olentzero que aquí no hacemos ascos a nadie y menos si son hombres. Una
mala mujer entiende que estos pobres están hasta el moño de leche y dulces. Así
que va pensando cambiar el menú a estos pobres trabajadores porque es injusto.
Así que empieza a comentar a sus hijos que ya sería hora de poner un poquito de
cava, una cervecita, un poco de chorizo o salchichón, jamón y queso. Seguro que
los agradecerán esto mucho más: ¡dónde va a parar! Que la noche es larga y el
azúcar se sube mucho, sobre todo a ciertas edades. Para el año nuevo, ya no
quiero ni pensar lo que hará esta mala mujer.
Feliz Navidad
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