jueves, 25 de agosto de 2016

CON FALDAS Y A LO LOCO

Creo sinceramente que la falda y el vestido ha sido un elemento tremendamente limitador en la historia social de la mujer. Sí, no se engañen; si siempre se ha dicho los niños y las mujeres primero, era porque ¡quién puñetas corre con esos vestidos pomposos y largos de años atrás o con faldas ajustadas!

Se imaginan correr con esto..
Y esto a qué viene, dirán. Ayer me fui al cine con mi hija a ver Mascotas. No suelo llevar falda, pero me dije “vamos a ponernos una de las dos faldas que tengo. ¡Buff, que decisión más complicada! No crean hasta hace poco tenía una y mi famoso vestido negro para ocasiones. Con la falda me puse zapatos, no deportivas. Un lujo para mí. Y qué ocurrió, que tras el cine mi hija quiso ir a un parque de juegos y de ejercicios de esos que ponen ahora. Y la liamos. ¡Cómo se puede ir a un parque con falda y zapatos! Allí estaba yo, mordiéndome las uñas porque no podía subir a esa barra que imita a la de los bomberos (ya me gustaría que hubiese sido la de verdad), ni a esas anillas que pendían en el aire invitándome insistentemente a dar volteretas. Pues eso, que así no se puede jugar, ni correr, ni saltar…
No niego que queden monas, pero prácticas más bien poco. Corrijo, son prácticas para una noche loca y un desliz en un baño; para eso están de vicio. Pero para lo demás, para salir corriendo de cualquier lado, jugar con los hijos y otras eventualidades de la vida puede ser muy limitadoras. ¡Ah! La película, encantadora.

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