sábado, 30 de noviembre de 2019

¿ORGASMOS RÁPIDOS?


 Parece ser que entre las mujeres está haciendo furor el juguetito succionador de clítoris; más aún teniendo en cuenta las fechas en las que estamos.
Por supuesto, yo no estoy en contra de ningún juguete erótico; están los vibradores, las bolitas, pinzas para los pezones y otros cacharitos varios para hacerte pasar un buen rato.
Sin embargo, no me cuadra eso de un succionador para orgasmos rápidos. A ver, señoras, me parece que vamos mal ¿La cuestión  no estaba en pasarlo bien un montón de rato? Los hombres siempre han buscado acabar con la eyaculación precoz y ahora vamos nosotras y queremos una eyaculación precoz de nuestro clítoris. Así que me he perdido. Como siempre, acabo siendo una mala mujer a contracorriente. El acto sexual requiere tiempo, requiere conocerse a sí misma, buscar la postura, lo que te va; hay que esforzarse. Parece que nos han metido la rapidez en el cuerpo. Hasta hay que correr para correrse.
Por otra parte me pregunto cuántas mujeres en España no sabían masturbarse. Y lo peor de todo es que algunas ya concluyen que no necesitan más pollas.
Lo siento. Me gustan los juguetes. Pero para mi el mejor juguete es un hombre con el que poder hacer cositas y llegar a orgasmos de clítoris y vaginales. Porque cuando una se masturba, por lo menos yo, me gusta pensar en las cosas guarras que podría estar haciendo con un tío. Los juguetes están bien cuando estás sola y te apetece, pero no lo cambio por el tío que me va a mí. Porque lo pasas bien cuando tú llegas y el doble cuando lo ves llegar a él.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

UNA SONRISA A FAVOR DEL PORNO


 No digo nada nuevo si señalo que hay una corriente actual que criminaliza la pornografía. Yo, como mala mujer, he hecho uso de ella tanto en revistas como en películas, si se las puede llamar así, porque no sueles ver mucho más allá de diez minutos.

Hemos olvidado lo que ha supuesto la pornografía en España y en la sociedad española. Todavía recuerdo, cuando yo rondaba los 7 años, cómo mis padres estaban como locos porque la película Emmanuelle, calificada como X, llegaba a los cines españoles. Estaban pletóricos. El día que se iban a verla, pasaron la tarde con un rostro de felicidad incalificable para una niña. Les encantó. Cierto que hoy se la calificaría como erótica, pero cada tiempo es distinto.
Como muchos adolescentes de la época, los españoles fueron perdiendo el puritanismo instaurado por años de mandato eclesial. Mientras los mayores iban al cine, los niños descubrieron las revistas porno que sus hermanos mayores escondían debajo del colchón.
Bueno, pues ahora, parece que volvemos hacia atrás. En lugar de asumir el sexo, y dejarnos de paternalismos estatales que señalan a los ciudadanos como una pandilla de pervertidos que se creen que esas posturas son normales, como también nos debimos creer supermanes y nos lanzamos por las ventanas, nos empeñamos en combatirlo porque es malo, es patriarcal, es opresor y no sé cuántas cosas más.
Eso sí, de las películas en las que decapitan, abren en canal y demás carnicerías, no dicen nada.
En cambio, yo sigo viendo la sonrisa de mis padres al ver Emmanuelle. Y me quedo con ella.

lunes, 21 de octubre de 2019

CUANDO EMPIEZAS A ECHAR PIROPOS

Algo anda mal cuando empiezas a echar piropos a diestro y siniestro. Bueno, exagero un poco, ya que no es muy habitual; pero, a veces, de una forma maravillosa e incomprensible, ocurre: de repente vas andando por tu calle camino del portal y ahí está, desocupado, sin nada ni nadie alrededor y tú andando hacia él, mirando asombrada por lo que tienes delante: estupendo, tremendo, de vicio y, entonces, lo sueltas, con descaro, sin reprimirte, sin vergüenza: “mecachis la mal, guapo, macizo, estás para hacerte un monumento o para hacerte una foto (y se la haces), pedazo de hueco pal coche y yo andando”. Y sí, lo hago, le echo unos cuantos piropos bien dados, y con eso me quedo; porque, maldita sea mi suerte, siempre que voy en coche no se me aparecen esos pedazos de huecos para aparcar en mi calle. Alguna vez, casi no lo recuerdo, he logrado hacerme con uno. Y cuando pasa, me lanzo sobre él sin contemplaciones, sea como sea; y lo meto, vaya que si lo meto y me monto encima de ese pedazo de hueco. Ayyy, qué gustito da, entonces y lo poco que dura!

martes, 1 de octubre de 2019

MALDITO EMPONDERAMIENTO = RABIA

Sí. Maldito porque creo que por delante de ese emponderamiento están los derechos de todos, entre ellos los laborales y las más afectadas por ello pueden ser las propias mujeres.

Uno de los palitos que sacaba del agua
Este emponderamiento nos puede hacer mucho daño sobre todo si olvidamos que podemos ser iguales en derechos, pero no somos iguales biológicamente.

Muchas veces he señalado que trabajo en un mundo de hombres, masculinizado hasta las primeras oposiciones. Logré mi plaza en la ciudad en la que residía. Vigilante de Dominio Público cuya labor podía asemejarse a un administrativo, rezaba el Plan de Prevención; por tanto, casi sin riesgos y sin esfuerzos.

Pero estaba muy lejos de la realidad. Allí me planté yo, con menos de 50 kilos y 1,60 de estatura, pero con unos brazos, alimentados por la natación del verano y la musculación, con los que lograba una fuerza similar a la de mis compañeros. Podía coger ganchos de hierro de 5 metros que pesaban más de 10 kilos, uno de ellos situado por encima de mi cabeza, para luego arrastrar del agua algas, troncos y demás porquería lanzada por cualquier imbécil que cree que el agua se deshace de todo. Arrastraba cosas que podían pesar mucho más que yo. Y podía, claro que podía, al igual que ellos.

Durante años todos nosotros hemos sufrido contracturas, lesiones musculares que nadie reconocía como una consecuencia laboral. Hasta que me harté y lo comuniqué a prevención. Al final el plan incluyó la realización de esfuerzos puntuales. Puntuales…. Pero son diarios.

Hoy, una de mis cervicales está destrozada. La causa más probable sea ese gancho por encima de mi cabeza que manejaba cada día. No quiero mencionar que ese punto era conflictivo debido al mal diseño ejecutado por alguien, supongo, muy diligente y bien considerado en el Organismo.

Sí señoras, me he emponderado, he hecho lo mismo que los hombres y hoy tengo una lesión de por vida.

¿No hubiese sido mejor ponernos de acuerdo todos los trabajadores para solicitar unas condiciones laborales adecuadas y una seguridad que impidiese tantas lesiones?  Creo que sí. Pero no lo hacemos porque, como suele decirse, antes se hacía y no queremos que alguien crea que no podemos hacerlo.

Quien habla de empoderamiento son mujeres sentadas en una silla preocupadas por ascender más alto, olvidando que hay mujeres haciendo esfuerzos, que pueden lesionarse con tanta soflama; que no ayudan a las que meten músculo, sino a sí mismas.

Hoy me muerdo las uñas pensando que no debí hacerlo, que nunca debí hacer aquel trabajo no marcado por prevención. Nunca podré volver a hacer cosas que me gustan, saltar, montar en atracciones, dar volteretas…y tantas que hacía con mi hija y sus amigas; hasta leer es un ejercicio dificultoso. Muchas diversiones quedaran en el recuerdo y en la rabia.

Y todo gracias al puñetero emponderamiento y a la falta de acuerdo por unas condiciones dignas que ni siquiera el Estado cumple. Y  no lo cumple porque hay quienes se empecinan en no dar problemas al de arriba para estar muy bien considerado, aunque las cosas se hagan mal.

domingo, 5 de mayo de 2019

LA SEMÁNTICA DEL COITO

Dándole vueltas al comentario de Cayetana sobre cuánto decimos las mujeres sí o no, me puse a pensar sobre lo que yo digo. Cuestión nada fácil, puesto que cuando estás metida en la faena, una no se entera muy bien de lo que dice o hace, estás a lo que estás. Pero más o menos, recapitulando un poco, cuando empieza la pelea por conseguir cada uno lo que quiere, la cosa, en mi caso, empieza claramente, aunque el lenguaje puede cambiar de una ocasión a otra.

 
  1. Déjate de chorradas y métela ( lo siento los preliminares me ponen nerviosa cuando se alargan)
  2. Uy!!!Yaaaa!!!!     Así síiii. (bueno, por ahora, creo que digo un sí)
  3. Luego depende de la postura que vayas adquiriendo en la refriega, pero suele haber muchos exabruptos tipo: Joder qué rico o dale fuerte cabrón que es para eso ( se suele insultar mucho al otro, no entiendo muy bien por qué); así como algún tipo de adverbio de cantidad muy conocido: más.
  4. Luego, si pasas al dominio de la cuestión: empiezas con el ahora me toca, te vas a enterar (insultos varios); así es como me gusta; quieto ahí que mando yo; no te lances que te veo.
  5. Ahí puedes pararte e intentar el beso de Singapur y para eso, muy concentrada, no dices nada hasta que mandas todo a la porra, lo verbalizas incluso, para luego seguir gritando exabruptos metiendo a Dios por medio, a tu madre y a quien te venga a la mente.
  6.  Y entonces, notas algo y empiezas ahí, ahí, dále ahí (sí, hay orgasmo vaginal). De repente, no dices nada hasta que explotas con un suspiro creciente.
Al final, examinando el tema tengo que dar la razón a Cayetana, puede que no se diga todo el tiempo sí; se dicen otras cosas nada concretas que pueden dar lugar a interpretaciones diversas, ya que el vocabulario utilizado suele ser más bien pobre. Pero, bueno, todo será hacer una tesis sobre la semántica del coito en la historia de la humanidad.

miércoles, 24 de abril de 2019

POR LA PUERTA DE ATRÁS

Como me pilla en periodo electoral quiero reclamar y reclamo que se aclaren con la Tarjeta Municipal de Transportes de Madrid. Vale, soy despistada, pero siempre he sabido manejarme por los metros de cualquier ciudad. En cambio, ahora, esta mala mujer tuvo que colarse en cercanías de Madrid. Sí. No pude más ante la imposibilidad de sacar un puñetero billete, aun teniendo dos tarjetas de transporte. Ya me habían vuelto loca con la tarjeta que tenía y que no me dejaba llenar con metro sencillo, porque tenía combinado y tampoco cercanías porque tenía metro.

Las cámaras del metro pudieron ver a una tía medio loca yendo de maquinita en maquinita y no le di una hostia a alguna porque soy pacífica, pero las ganas me quedaron dentro.

Cuando, por fin, encuentro a un señor del metro me dice que cuando hay algo en la tarjeta no se puede meter otra cosa, que hay que coger otra tarjeta, pero que eso lo van aprendiendo poco a poco, las ganas de la hostia no van ya contra la maquinita.

Ya lo dijo Pedro Duque. Estoy por pensar que aumentan lo visitantes en Madrid porque no pueden salir de allí.

Si es que mucho debate, pero a la tecnología no le pillamos el tranquillo. Menos mal que, llegando a mi destino, me encontré, o quizás fue mi inconsciente que me llevó caminando al contrario de donde iba la gente, al señor de las multas. Le confesé mi pecado. El señor era de Zaragoza, lo comprendió y me sacó a mí y a mi acompañante por la puerta de atrás.

¡Ay, donde esté el ser humano!

viernes, 29 de marzo de 2019

DISCUTIENDO SOBRE FRESAS

Suelen decir que los niños copian los modelos de los adultos. No estoy muy segura de ello, fundamentalmente, porque a mi me pasa lo contrario.

Hace unos días fuimos mi hija y yo a comprar al supermercado. Había unas fresas estupendas. Ella apuntó una cajita que le gustaba; me fijé en ella, pero en lugar de una etiqueta grande que pusiera el origen, venía un impreso donde señalaba los beneficios para el corazón; sin embargo, también eran de Huelva.
La cuestión, entonces se suscitó entorno a qué envase cogíamos, yo pillé el que suponía había dicho mi hija; ella decía que no, que era otro y la liamos.
Frente al lineal de fresas nos pusimos a discutir: yo cojo este, que no, decía ella, que ese no es el que yo quiero, que es este; que no, que era este, insistía yo, señalando otro; y así nos enzarzamos las dos discutiendo sobre cuál era mejor, hasta que acabé diciendo: “pues ahora cojo los dos ¡hala!”
Cuando levanté la cabeza, las personas que esperaban en la pescadería, la gente que estaba por los pasillos y una chica que conocía del barrio, nos estaban mirando, asombradas, riéndose del debate de fresas que habíamos mantenido.

No. Los adultos también copiamos de los niños; las risas que nos podemos echar cuando eso ocurre te alegran los días

viernes, 15 de marzo de 2019

LLUEVE O CHISPEA

Ay Dios! Va a ser cierto que cuando te vas haciendo mayor vuelves a ser algo niño. Y es que hace unos meses tuve un debate muy intenso con un amigo. Caminábamos por la calle cuando cambió el tiempo. Mi amigo señaló que empezaba a llover; yo, por mi parte, maticé que sólo chispeaba. Nos enzarzamos en una discusión sobre si llueve o chispea. Al día siguiente, volvimos a encontrarnos, y el cielo nos volvió a poner en la mismo punto, que si llovía o chispeaba. Pero esta vez zanjé la cuestión con una sentencia clara: “creo que esta discusión ya la hemos tenido antes”. Y nos quedamos mirando al suelo como reflexionando sobre el tema.

Al cabo de un tiempo, íbamos en el coche cuando el cielo nos puso en la misma tesitura. Volvimos al debate, él dijo llueve; yo, para cambiar el discurso, añadí categórica “no, caen gotas”. Ahí me di cuenta que algo no andaba bien; empecé a reírme como si se acaba el mundo.

Volvió a ocurrir en otra ocasión y en fue le momento en el que decidí echar mano de mi amigo Google. Para mi sorpresa apareció la discusión de dos niños sobre este tema que, además, se había hecho viral.

Así que he decidido no volver a discutir sobre si llueve o chispea, no vaya a ser que alguien me escuche y piense que algo va mal en mi cabeza o que me estoy haciendo niña.

miércoles, 27 de febrero de 2019

MI PADRE NO ERA MACHISTA ¿SERA EL TUYO?

Siempre en mi recuerdo
Mi padre fue mi mejor amigo. No porque quisiera serlo, sino porque lo fue sin querer. Tenía 15 años más que mi madre. Ella siempre estaba celosa porque su trabajo le obligaba a viajar. Era un autodidacta de los negocios, un hacha. A mi me encantaba verle llegar e ir corriendo para que me contase todas las cosas que había visto; me traía postales de los sitios, porque se las pedía. Mi madre, pobrecilla, sentía celos, y le gritaba, yo me ponía entre ellos; mi padre, como la quería mucho (no en vano se fue a buscarla a Paris para pedirle que se casase), espantaba moscas con la mano en la cabeza; luego se marchaba un rato al bar a ver si se calmaban los ánimos. Y se calmaban y luego mi madre se tranquilizaba y todo era paz y risas. Mi madre con sus celos truncó, en cierta forma, el espíritu emprendedor de mi padre. Pero es que ella quería estar con él.

Mi padre y mi madre me dejaron la misma libertad que a mi hermano, cuando fuimos adolescentes. Cierto que yo la aproveché más. Ningún reproche.

Mi padre iba a buscarme a la fiesta donde estuviese, me aconsejaba que no hiciera auto stop, que él estaba dispuesto a ir a buscarme a cualquier hora; pero yo lo hacía, y si no me paraban, le llamaba desde una cabina y allí, al rato, aparecía él, con una sonrisa y algún consejo.

Recuerdo aquel día que me pilló la vaca haciendo el gamberro en fiestas. No logró meterme el cuerno porque pasé entre ellos debido a que soy delgada, y luego, un quinto mío, Juan Pablo, la llamó y  me la quitó de encima; porque la condenada se había cebado conmigo. Me llevaron al médico por los golpes recibidos, que eran muchos y variados; al poco llegó mi padre a la consulta y con una sonrisa me dijo: “qué hija de tu padre eres!” Tras unas horas, me fui otra vez de fiesta.

Cuando me fui a la Universidad, a Madrid, se sintió muy orgulloso porque me iba a buscar la vida sola, aunque me echaba de menos. Vino alguna vez a uno de los pisos alquilados y me enseñó a arreglar persianas. Todavía las arreglo y me acuerdo de aquel día.

Cuando regresaba al pueblo nos íbamos a tomar cañas, juntos, al bar de su amigo Recaredo, que siempre le estuvo muy agradecido por lo que había hecho por él; luego nos íbamos al bar Elía, que era de mis primos. Le encantaba salir conmigo y que le pagase la consumición. Pocos padres podían decir que salían con su hija de cañas.

Fue el mejor padre y el mejor marido. Hasta el último momento pensó en ella, en mi madre, siempre recordándome que, quizás, no había hecho suficiente por ella.

Por eso mi padre no era machista.

¿Será el tuyo?

jueves, 21 de febrero de 2019

YO ME TIRO AL DE LA GUITARRA

Estoy intentando aprender a tocar la guitarra, un poquito; en realidad, sólo aporrearla para que suene a algo. Me dice quien me enseña que debo llevar un orden a la hora de tocar; para ello me saca un metrónomo con el objetivo de que entre en ese orden que no logro localizar, ni oír. Nunca he tenido buen oído. Y yo sonrío, mientras pienso, el ritmo te lo voy a dar yo, si me dejas. Porque el tío es delgado, no muy alto pero con brazos perfilados por los músculos, tipo macarra, una penetrante mirada de ojos verde marrones y una sonrisa medio socarrona que te atraviesa. Yo le miro y él me habla de notas, de acordes, de trastes y mi imaginación trastea con otras cosas.

Al final tengo que decirle que si me quiere meter un orden al desorden hecho mujer, a la que quiere enseñar a su perro a buscar las llaves porque es incapaz de encontrarlas, la que tiene cajones donde todo se guarda y nada se encuentra, la fugitiva del deber, la que va al dentista con su hijo y le hablan a él para establecer la próxima cita, tiene un arduo trabajo por delante. Bueno, añado, tú inténtalo, pero ese cacharro sigue tan constante que me está poniendo nerviosa. No sé si aprenderé, pero, de repente, el objetivo ha variado un poquito. Lo que me apetece es ponerle a ese tío otro ritmo; y no el del metrónomo que, por cierto, es aburrido. Vamos! Que no se si aprenderé a tocar la guitarra, pero voy a hacer todo lo posible por tirármelo.

miércoles, 13 de febrero de 2019

APARCAR EN EL CENTRO DE TUDELA

Mi querida amiga y yo andamos liadas con nuestros coches y cómo aparcarlos. Vivimos en el centro de Tudela y llevamos un enorme enredo, haciendo cábalas para no tener que mover el coche cuando logramos una plaza en nuestra calle. Ella lo tiene más fácil, en cuanto encuentra algo, coge el coche de su padre, que tiene garaje, y se va a trabajar con él ( a 20 kilómetros, no vaya a salir alguno diciendo que vaya andando). Yo lo tengo más complicado. Una vez lo dejé justo frente a mi casa y me mordía las uñas pensando en cómo hacer para no moverlo de allí.

Cada día que nos vemos lo primero que comentamos es dónde hemos dejado el coche. Ella tiene mejor horario que yo, porque llega cuando empieza a haber huecos. Lo tenemos controlado eso también,

Total, que nos vemos las dos como el José Mota en su escena de “Aparcar en el centro de Madrid”, pero sin suegra dentro.

lunes, 11 de febrero de 2019

YO NO TENGO NI UN PELO…EN LAS AXILAS

Yo ya no entiendo nada. Me entran dudas o, más bien, es que no me encajan las piezas.

De vez en cuando tienes la sensación de que si tienes un cuerpo, denominemos, proporcionado (no quiero que me digan que estoy dominada por estereotipos), tal como la Pedroche, tienes que taparlo porque, si lo muestras, estás colaborando con el patriarcado dominador. Ahora bien, si tu cuerpo es más bien normal, tirando a carnes, me ha parecido entender, en algunos momentos, que lo mejor que puedes hacer es sentirte satisfecha, mostrarte como eres, ponerte camisetas ajustadas, que se vean lo michelines, porque así estarás colaborando con el emponderamiento de la mujer y su autoafirmación.

Y si ya ese cuerpo serrano lo adornas con unos pelos bien crecidos, entonces eres la reostia como mujer.

Pero luego salen las celebrities, la última Amaia Romero en los Goya, bien vestida de firma, tacones, peinada y maquillada, pero con pelos en las axilas como señal de reivindicación contra los cánones estéticos dominantes.

Y yo me pregunto: ¿pero no son las celebrities un canon estético en sí?

Si a las chicas del automovilismo se les acabó el trabajo, ¿por qué no hay desfiles de gordos y peludos?

Yo no tengo ni un pelo en las axilas, no me salen. ¿He evolucionado o me los tengo que pintar?

sábado, 9 de febrero de 2019

LO QUE DA DE SI UN PROTEGE SLIP

No, no me he puesto un salva slip en la frente para tapar una herida, ni lo he utilizado en mi bricolage casero.
Solo se me ocurrió preguntarme (a quién se le ocurre), de dónde había salido el término salvaslip, teniendo en cuenta que aquí lo llamamos bragas. Y aunque suponía que la cosa vino de fuera, porque aquí siempre hemos sido muy pudorosas, me puse a buscar en míster Google sobre este tema. Y el míster, siempre tan agradecido, me llevó hasta una página de una chica que acabó dejándome, literalmente, en bragas.

Según ella, los salva slip, compresas y demás utensilios de higiene femenina eran el símbolo de la imposición del hombre para hacernos sentir sucias y malolientes ¡Pecadoraaaaas!

Supongo, y sólo supongo, que la chica nunca pudo ver a aquellas mujeres que tenían que lavar esos trapitos de algodón que utilizaban como compresas, con los que empapaban la sangre de su regla, porque no era cuestión de ir goteando por ahí; del mismo modo que si nos hacemos una herida, intentamos limpiarla y taparla y no somos sucios por ello.

Tampoco creo que se diera cuenta de la liberación que supuso para la mujer estos elementos higiénicos opresores con los que la mujer pudo llevar pantalones (benditos tampones) y hacer lo que le viniera en gana.

No vamos a negar que se genere una gran cantidad de residuos; al fin ha llegado la copa menstrual. Pero de ahí a señalar a las compresas, tampones y copas como elementos opresores e indicativos de nuestra suciedad, creo que va un trecho neuronal.

Ni siquiera la regla nos hace sucias. Sólo mancha, al igual que el vino, el tomate, los calamares en su tinta y el palomino, y no vamos por ahí orgullosos con nuestras manchas.

Negar los avances que eliminan las trabas biológicas no me parece un buen progreso para la igualdad. Pero que cada cual haga lo que quiera.

miércoles, 30 de enero de 2019

A TOMAR POR CULO EL PERRO Y TÚ

Aun siendo una mala mujer, quiero hacer un alegato por esos hombres sufridos, por esos padres de familia que, antaño, llegaban a casa y se encontraban con su mujer, esperándolos, con los brazos cruzados bajo el pecho, el empeine golpeando el suelo al ritmo de la cantidad de reproches guardados bajo la expresión repetida durante el día: “Ya verás cuando venga tu padre”

Y el padre llegaba a casa después del trabajo. Mientras metía la llave en la cerradura, la mujer ya se había encargado de recordar la máxima y había adquirido la postura. Al atravesar la puerta, no había tiempo para más, comenzaba la retahíla: “ya era hora, seguro que te has tomando una cerveza con los amigotes y yo aquí aguantando a los niños. ¿Sabes lo que han hecho? ¿Lo sabes? Pues te lo voy a decir porque no te enteras de nada”. Luego, sin ni siquiera haber dado un paso hacia el salón, seguía: “A ver, qué vas a hacer al respecto, porque algo tendrás que hacer, no voy a ser yo siempre la mala ¿No vas a hacer nada? Te vas a quedar ahí como un pasmarote.

Y él miraba hacia el fondo del piso observando la cara asustada de sus hijos, medio escondidos, aterrados ante lo que podía venir, ante la amenaza que ,durante el día, había repetido la madre cansada.

Los hombres tenían que establecer un duro escarmiento sobre algo de lo que no tenían ni puñetera idea. Lo único que habían estado deseando durante la última hora era llegar a casa sentarse en el sofá, ver a sus hijos, darles un abrazo; pero había que establecer un dominio sobre las criaturitas.

Y si la parienta se calentaba demasiado, algunos hombres se volvían por donde habían venido, si tenían perro, se iban a pasearlo y, si no, a sacar la basura. Mientras, al otro lado de la puerta, se podía oír: y ahora te vas y me quedo otra vez; el día que me vaya yo,  verás. A ver cómo os las arregláis sin mí. Anda “a tomar por culo el perro y tú”

martes, 29 de enero de 2019

RESPETO A LOS HOMBRES

Estas historias de mala mujer surgieron porque estaba y estoy convencida de las trabas morales a las que la mujer ha tenido que someterse. Como dije al principio, citándome a mi misma en 2016 “romper moldes se me da bien, no es que lo busque, sino que me sale, pero desde el respeto. Porque de la mujer se esperan una serie de actitudes derivados de la historia social. Sin embargo, decía, las mujeres cambian y los hombres también”

Desde ese inicio, hace casi tres años, las cosas han cambiado. De aquellos momentos en los que me entretenía, contando con ironía, mi desastre de mujer, donde señalaba las cosas con las cuales nos han juzgado, tanto a mujeres como a hombres, ha habido un salto histriónico y perverso.

Muchas mujeres acusan a los hombres de todos sus males y quieren infundir ese odio en las más jóvenes. Y el odio no es buen principio para una mejor sociedad.

¿Por qué las mujeres no podemos reconocer la fuerza de los hombres? Esa que nos ha protegido, ha luchado por nosotras; esa fuerza entregada y cariñosa. No la fuerza que se vuelve contra nosotras, sino la del compañero.

¡Tanto nos cuesta ver que la misma sociedad que criticamos ha sido sustentada por nosotras! ¿No somos hijas de hombres y madres de hombres?

Creo que existe machismo, pero no patriarcado. Un machismo que no es el patrón, sino una actitud que se hace cada vez más irrisoria y excluyente en nuestra sociedad.

Hay personas buenas y personas malas.

Yo me niego a denigrar y odiar al hombre, aunque tenga sus defectos, como todos.

viernes, 25 de enero de 2019

CHOCHO CHARLAS Y POLLA CHARLAS

El título me parece de lo más chabacano, pero, por eso mismo, de lo más atractivo en estos tiempos y por eso mismo se va haciendo viral. Me parece estupendo que las chicas conozcan su sexo y lo disfruten, lo cuiden, lo mimen, como ellas quieran. No se si habla de ello, porque lo que trasciende es de lo más obvio. Espero que vaya más allá del emponderamiento a través de la vulva, porque, de lo contrario, mal vamos. Creía que era a través del cerebro y la autoestima.

Pero olvidamos algo. Nosotras las mujeres llevamos años acudiendo al ginecólogo. Fue complicado saltar las barreras del pudor. Pero lo logramos. Nuestro sexo interno es complicado y requiere de revisiones.

Sin despreciar esto, me pregunto por los hombres. Acaso, en algún momento, hemos tomado conciencia de que ellos no han seguido ese mismo camino, que ellos no se miran, ni siquiera un poquito, y que cualquier duda sobre lo que les pasa, no se atreven a consultarla.

Parece que no importa inculcar a nuestros jóvenes machos que se palpen, que se miren, que no tengan vergüenza de hablar de sus problemas genitales o sexuales.

Ellos también tienen tumores, infecciones…Menos, pero los tienen

Y son nuestros padres, hijos, parejas…

Por eso me importa. Por eso no entiendo por qué no hay otras charlas como polla charlas, para saber utilizar la polla adecuadamente. ¿O nos escandalizaría eso?

lunes, 21 de enero de 2019

TOI JODIDA, PERO AGUANTO

Estoy jodida con una contractura que me produce un pesado dolor de cabeza. La razón hay que buscarla en el hecho de que trabajo en un mundo de hombres y, supuestamente, soy igual que ellos.

Sí, eso dicen algunas mujeres, sentadas delante de un ordenador, planificando lo que tenemos que decir las demás, con la inestimable ayuda de los mass media, como se decía antes.

Pero las que curramos al lado de hombres, en determinados trabajos, tenemos que demostrar cada día que somos iguales. Pero resulta que mido 1.60 y peso menos de 50 kilos, tengo el amor propio por las nubes y hago esfuerzos más allá de lo que mi cuerpo puede llegar a hacer. Y, a pesar de todo, me ganan. Sí, me ganan, tienen más fuerza.

Lo siento, pero no quiero igualarme a un hombre porque soy una mujer. Así de claro y sencillo, tengo una biología totalmente distinta. Lo cual no quiere decir que no pueda hacer el trabajo.

Porque hay una cosa que sí puedo hacer mejor: luchar junto a ellos para evitar sobreesfuerzos en el trabajo que, posteriormente, pagaremos ambos, hombres y mujeres. Medios hay, solo falta unirnos.

sábado, 19 de enero de 2019

CARMEN MAURA: LEAN ANTES DE OPINAR

Hay que ser malintencionados para no leerse de cabo a rabo la entrevista a Carmen Maura y empezar con la matraca de lo que ha dicho sobre las mujeres.

Pues, eah! MAS RAZÓN QUE UN SANTO, si es que lo santos tienen razón en algo. Pero no es el momento de meterse con los refranes, que se nos va el santo al cielo. Uy!

Aquí se saca lo que uno quiere, lo que vende, lo que ofende, lo que enfada. Tenemos ganas de enfadar al personal. Pero Carmen Maura habla de muchas cosas más

Habla de cómo se vive la crisis en Francia, donde se vive como algo de honor, mientras para nosotros es un drama familiar. Cómo se lamenta de que los políticos no saben hacer su trabajo, a tenor de los resultados.

Y nadie, nadie menciona que después de decir que nos estamos pasando con el temita de los piropos y otras cosas que no vale la pena mencionar, con las que estoy de acuerdo, dice que siempre ha pensado que las chicas somos más listas y estamos más preparadas.

Pero lo que cuenta es llevar el ascua a mi sardina, no? Pues eso.

Lean antes de opinar. Coño, que para eso lo tengo.

viernes, 18 de enero de 2019

MAESTRA DE CHUCHOS

Soy despistada y no puedo hacer nada contra ello, ni pienso hacerlo. Una es como es. Nunca encuentro ni las llaves, ni las gafas y, ahora, tampoco la correa del perro. Hace unos días iba a sacar a mi chucho (porque es un chucho con ascendencia chucho) y recorrí toda la casa buscando la correa con el collar ( menos mal que es pequeña). Sí, hay un lugar para ella, pero no suele estar ahí; al igual que le pasa a las llaves. Como no las encontraba y el pobre perro andaba loco siguiéndome por todos lados, decidió, o concluyó por algún tipo de mecanismo cerebral, que estaba buscando la correa. De repente, cuando ya me daba por vencida, aparece el puñetero chucho con la correa en la boca y me la tira a los pies. Tras quedarme algo atónita, le puse el collar y nos fuimos a la calle.

Fue entonces cuando mi mente empezó a trabajar y me dije: tengo que enseñarle a encontrar las llaves; las gafas no me atrevo porque ya se ha comido dos. Y en esas estoy, intentando que el perro sepa lo que son las llaves para que me las traiga. Pero he concluido que tengo que poner algo al llavero: no le gusta coger con los dientes el metal.

Si logro que me las traiga, le doy un chuletón. ¡La de tiempo que me va a ahorrar el chucho! Bueno todo el que le doy yo. Así que, en paz. SI ME ENCUENTRA LAS LLAVES, claro.

sábado, 12 de enero de 2019

ROMPER TABÚES NO ES DEJARSE PELOS

No. Romper tabúes no es dejarse el pelo de las piernas o de las axilas sin depilar. Romper tabúes es que una mujer decida no ser madre porque quiere dedicar su tiempo a su carrera profesional; que pueda tener una vida personal independiente; que si quiere tener sexo lo tenga con quien quiera y si no lo encuentra, hasta pague por ello.

Romper tabúes es que una mujer que se ha casado y ha tenido hijos se atreva a seguir su carrera profesional renunciando a la custodia en el caso de un divorcio, y no se sienta culpable por ello.

Romper tabúes es que una mujer diga que se ha acostado con diez hombres en un mes y se muestre orgullosa en lugar de avergonzada.

Romper tabúes es alabar un cuerpo de mujer bello y no criticarlo.

Romper tabúes es poder echar un piropo a un hombre y, del mismo modo, recibir un piropo con una sonrisa porque tú lo vales…

Romper tabúes es mucho más. Es entablar luchas conjuntas con el hombre para lograr cotas más altas de liberad, igualdad y fraternidad.

martes, 8 de enero de 2019

LOS HUMANOS NO SOMOS PELUDOS

Parece que hay un movimiento denominado Januhairy con el que se reivindica que las mujeres dejen de depilarse en el mes de enero para mostrar que no es necesario, para que se acepte el vello en la mujer; se trata de una manifestación de emponderamiento de la mujer.

¡Y vuelta la burra al trigo! ¡Ay qué cruz! Una cosa es que la mujer durante siglos haya estado sometida a un deber ser, a un estereotipo, propiciado por la organización social, y otra muy distinta que hasta la evolución sea machista.

Porque sí, señoras mías, el ser humano es el primate que perdió el pelo; no somos peludos, porque evolucionamos.

El afán por quitarnos el pelo tiene un origen histórico y tiene que ver con la evolución de la especie. Son muchos los científicos que han buscado una explicación y existen varias líneas: el acercamiento al agua, donde el pelaje era un impedimento; la migración a la sabana, para evitar golpes de calor; el fin de los parásitos e incluso la comunicación, ya que el pelaje impedía ver reacciones y su eliminación activó el tacto y el contacto entre humanos.

A medida que se imponía la perdida de pelo había tribus que, incluso, abandonaban a los bebés peludos (machos o hembras).

Por otra parte, cada cual que haga lo que quiera. Si una mujer o un hombre quieren dejarse pelo por todos lados son libres de hacerlo. Evidentemente, cada época tiene una valoración estética; de no haberla no habría ni buena música, ni buenos libros, ni buen nada: y tampoco las he visto salir en contra de los desfiles de moda.

Como ya dije en una ocasión (30 de mayo de 2017) que no me vengan dando lecciones de feminismo por ese lado, por favor. Que no me vengan diciendo que me lo imponen y que una mujer con pelos rompe tabúes. Por ahí no. Romper tabúes es otra cosa muy distinta y pasa primero por no estar obsesionada.

viernes, 4 de enero de 2019

PEDROCHE, ESTOY CONTIGO

Cada año pasa lo mismo: esperamos a la Pedroche en la Sexta y luego nos dedicamos a criticarla, que es el deporte nacional por excelencia, más que el fútbol, que ya es decir.  De hecho, ya hablé sobre el tema el 9 de enero de 2017 en este mismo blog.

Algún día tendrá que cambiar la temática para atraer a los televidentes, pero mientras funcione, ahí siguen y nosotros también.

En cuanto al vestido, cada cual tiene sus gustos, me gustó más el de hace dos años. Yo no me lo pondría, porque soy más práctica, pero le quedaba estupendo. Sin embargo, que se observe el vestido desde la perspectiva de género, ya es
sacar de quicio las cosas ¡Cómo si la ropa que llevas supusiera la vanguardia de la lucha por la igualdad! Aggg, ¡Qué harta estoy de la monserga y de las consignas que te exigen cómo debes hablar y opinar para ser feminista! Hay ciertas señoras que se creen con el derecho de establecer quién dice o no lo correcto. Así no vamos a ser más libres, me parece a mí.

Hace no muchos años, las mujeres estábamos locas por hacer toples en la playa; ahora parece que debemos tapar a toda mujer que muestre su cuerpo. Y criticarla.

Supongo que las críticas con este tipo de vestidos, también deberían señalar que en la publicidad los tíos que salgan sean del tipo normal: con entradas, pelín con grasa, no muy altos, ni musculazos…

MIERDA! Como se les ocurra quitar a los modelos de la publicidad por utilización sexual….ya me exilio.