Los juguetes son para jugar. Lo que quizás tengamos que
cambiar no sean los juguetes de los
niños, sino nosotros y nuestras actuaciones, nuestras apreciaciones del mundo, nuestro
modo de juzgar a nuestros semejantes; quizás lo que tenemos que hacer es jugar
con ellos, correr con ellos, saltar y, sencillamente, darles un juguete, que
ellos ya sabrán como interpretar el mundo que les rodea. Ellos actuarán con ese
juguete en función de lo que hayan aprendido de nosotros.
Yo no voy a inculcar una igualdad impuesta. Lo que me
interesa es que observe el mundo con los ojos bien abiertos y que entienda que
somos iguales en derechos, aunque nuestros cuerpos sean diferentes. Porque nuestras niñas, por muy iguales que sean, serán mujeres diferentes unas de otras que, quizás, tengan
hijos y, en eso, por ahora, en el parir, ganamos nosotras. Os chinchais, que no
sabréis nunca lo que es eso.
Me he ido de un lado a otro, pero bueno, soy así.