jueves, 17 de noviembre de 2016

LO SABÍA: TENIA QUE SER UN HOMBRE

Yo me lo suponía. Esta arma arrojadiza contra la mujer tenía que venir de la cabeza de un hombre. Mira que sois retorcidos, a veces. Vale, estamos de acuerdo en que los zapatos de tacón se usaban desde hace años para montar en los caballos, pero fue el Barón de Styletto quien dio nombre a los de aguja. Ya se quedó ancho el tío, ya.

Y ¿Cómo no se desliza el pie hacia abajo?


Sé que hay muchas mujeres que andan divinamente con esos tacones. No tengo ni la menor idea de cómo lo han podido lograr y, además, dicen que van más cómodas. Yo no lo discuto. Pero, como mala mujer, para mí este tipo de zapatos son una tortura que debiera ser denunciada: cada vez más altos y más estrechos; o rizando el rizo, altos, estrechos y con plataforma.

Es cierto que estilizan las piernas y que te hacen parecer más alta. Pero sólo lo pareces.

Y contra más altos y, para mí, complicados, más les gustan a algunos hombres, que lo tienen como un fetiche. ¿Se han fijado que en las películas porno las mujeres siempre acaban en la cama, pero con los zapatos de tacón puestos? Con lo bien que se va descalza o en calcetines. ¡Vale! En la cama, los calcetines no son muy eróticos que se diga. Ahí nos los quitamos, junto con todo lo demás deportivas o las botas, en mi caso, como las niñas pequeñas, el pie bien sujeto

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