No puedo con los libros de recetas de cocina. Sólo tengo uno
y ni lo quiero mirar. De vez en cuando he intentado echar un vistazo, para ver
si pillo alguna idea, pero me arrepiento enseguida, me entra una enorme
depresión. Porque para cualquier plato, incluso para una puñetera tortilla,
llegan a poner siete ingredientes diferentes, sin contar la sal. ¿Ustedes se
imaginan qué cocina hay que tener? Yo, para una tortilla, sólo utilizo el huevo
y el chorizo o, en su caso, la patata. Bueno, y ya no me pongo a mencionar los
utensilios de cocina y aparatos diversos con los que hacer los platos. ¡Qué
tienen algunos en sus casas! ¿Una cocina o un arsenal? ¿O una ferretería con
apartado de supermercado? Si es que cada vez que me digo, voy a hacer un plato
de estos,
me falta de todo, salvo quizás
la sal y, si me pongo un poco atrevida, nunca tengo el ingrediente principal, a
no ser que sea arroz o macarrones.
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Mi único libro de cocina. Y me sobra. |
Y luego, la destreza ¡Cómo puñetas corta la gente las cosas!
Una habilidad que nunca he logrado conseguir. O el lenguaje: pochar cebolla,
atemperar, emulsionar, encamisar y la
peor de todas, la pizca, la puñetera pizca de sal o de lo que sea ¿Cuánto es una pizca?
Así que he decidido no llorar en la cocina, cortar cebolla
lo menos posible, que con los cuchillos no me llevo bien, y hacer lo que pueda.
Bueno, de eso ya se habrán dado cuenta.
Y los libros de cocina fuera de mi vista, que no quiero
deprimirme.
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