Ayer estuve de bricolaje ¿Quién ha dicho que el bricolaje no
es cosa de mujeres? Lo que pasa es que vosotros sois demasiado metódicos y os
encanta colocar todo antes, medir por un lado, por el otro, perfeccionistas en esos casos. Parece que vais a
montar una cocina con muebles, cuando lo único que vais a poner es un clavo. En
cambio, a las malas mujeres nos encanta coger esas armas siempre dispuestas,
afiladas, rectas y usarlas directamente. El problema es que una tiene muchas
manías, como todos. Entre esas manías está la que tengo con los taladros: jamás
miro la medida de la escarpia o del taco y siempre acabo haciendo un agujero
más grande. Me va el “ande o no ande caballo grande”. Luego tengo que apañarme
y buscar en diversos lugares para encontrar un taco que se acople con el
agujero. Pero es lo que hay. El control exhaustivo de todo, no es lo mío. Un poquito de caos viene de vicio.
Ahora bien, soy y somos las malas mujeres capaces de
montar un mueble sin mirar las instrucciones. Primero, porque no tenemos
paciencia y segundo porque, si se te ocurre leerlas, suelen liarte mucho más, sobre todo, si
vienen traducidas por no se sabe quién.
De cualquier forma, no se preocupen. Los vecinos nunca se
han quejado de mis agujeros. Pero cuando cojo un taladro, me emociono.
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