jueves, 3 de noviembre de 2016

HASTA EL MOÑO DE LA DISCRECIÓN

Los hombres pueden aliviar sus penas en los bares, ya que se supone que no lloran. Hasta hay una gran canción que dice “quiero beber hasta perder el control”. Por pena, claro. Y, las mujeres ¿qué? A llorarlas en casa, mirando a la luna, rememorando, proyectando en las estrellas nuestros desvelos, o hablando con las amigas por teléfono, moqueando. ¿Tenemos que tener siempre control, ser comedidas, prudentes, discretas, cuidadosas? No vaya a ser que nos pase algo, que se nos vea demasiado, que vayamos solas por el mundo por caminos inadecuados; porque esa es otra; pero no es el momento.

Amores de barra, decía otra canción.
Pues a mi eso no me cuadra. Como mala mujer, estoy hasta las narices de tener que ser cuidadosa y discreta en mi actitud ¿Acaso nosotras no podemos estar tristes y decidir acercarnos a un bar a llorar las penas? Ya sé, no se me amontonen; ya sé que eso no arregla nada, que el alcohol te deprime más, que es malo para la salud, para las neuronas. Que eso ya lo sé; pero ¡oigan!, quién sabe, a lo mejor en esa barra encuentras a alguien que te alivie las penas por una noche. Y no están las cosas como para perder oportunidades. Lo mismo debéis pensar los hombres. ¿No?

No hay comentarios:

Publicar un comentario