domingo, 27 de noviembre de 2016

MI DESAZÓN EN EL DÍA DEL MAESTRO

Hoy es el día del maestro y ahora entiendo perfectamente a mi madre, algo de mala mujer me transmitió ella.

Recuerdo de pequeña que este día era una fiesta por las calles del pueblo. Los niños íbamos a las casas de los maestros, que así se llamaban porque tenían casas específicas para ellos, a llevarles unos presentes, unos regalitos. Imagínense cada año comprar algo para el maestro que, en las pequeñas localidades, solía ser varios años el mismo. Seríamos unos 20 niños danzando por ahí. El maestro nos abría la puerta de su casa y nos invitaba a alguna golosina.
A lo que iba, mi madre era de las fijas en cuanto a regalos: para las maestras colonia; el regalo de los maestros no lo recuerdo, pero el de ellas sí. No sé por qué. Lo cierto es que cada año me entraba una enorme desazón porque mi regalo para la maestra era siempre el mismo. Sin embargo, ahora la entiendo, para qué matarse la cabeza si de cualquier modo lo que importa no es un presente, sino el recuerdo que pueda impregnar en ti ese maestro.

Hoy en día sería impensable regalar una colonia así como así. Ya saben que si esta no es la mía, no pega a mi piel, no trasmite mi esencia; tiquismiquis que nos hemos vuelto. Malas mujeres como yo somos capaces de ponernos lo primero que pillamos, sea la Adidas de mi hijo o la Monster High de mi hija.

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