lunes, 31 de octubre de 2016

¡QUE ME HAN REÑIDO COMO A UNA NIÑA!

¡Ay, qué regañina me cayó por parte de dos señoras mayores! El caso es que el sábado por la tarde nos fuimos mi hija y su amiga Carola a patinar por las calles y lo que más nos gusta a las tres es tirarnos por las rampas. Mi hija se tira por algunas que ni me atrevo. Será valiente, la condenada. Y yo, claro, acabo siendo una mala mujer y madre. Estábamos en una rampa que comunica dos calles a distinto nivel y había una curva, que yo no lograba realizar sin darme la vuelta. No se veía el final de la rampa, así que mi hija era la encargada de mirar si venía alguien. Total, yo y Carola arriba, la niña que se lanza con los patines, mi hija que dice cuidado. Al parecer venían dos señoras mayores subiendo. La niña que al dar la curva se tropieza con ellas. Yo que las veo aparecer, que llegan arriba. Yo que pido disculpas, perdón, lo siento, se han hecho daño, y reitero cada vez más disculpas con una cara de circunstancias o de niña pequeña. Las señoras muy disgustadas que me dicen que ni perdón, ni nada. La bronca que me cayó encima y yo ya sin saber qué decir. Lo último que me sugirieron era que me comportaba como una irresponsable, una mala madre que deja a las chiquillas patinar de ese modo, que pueden hacerse daño. Y yo que sigo con las disculpas, que les señalo que son muy buenas patinando, que yo me caigo más que ellas. ¡Vamos! Que se van despotricando contra mí y la calle repleta a esas horas de la tarde.

La rampa de la izquierda. No se ve el comienzo
Pero ¡qué puñetas! ¿Qué quieren que hagan los niños? Que se queden sentados en una silla mirando el hermoso vuelo de unas aves inexistentes, surcando un cielo ennegrecido para ir a darse de bruces con las torres de alta tensión y acaben su vuelo electrocutándose. No sé. No lo volveré a hacer. Seré yo la que vigile, aunque me quede sin tirarme por la rampa. Bueno, alguna vez sí, o dos, cuando no haya nadie. Mis disculpas, intentaré ser mejor madre; si es que descubro en qué consiste eso.

La vida que se da de bruces con la vida.

sábado, 29 de octubre de 2016

NI CON VALIUM ME PARAN

Las malas mujeres no podemos estar quietas, máxime si somos madres. Ni con valium, ni con dolor, ni con sueño; algo nos puede. El reposo lo dejamos para después de un buen polvo o más, si se tercia que no está la cosa para limitaciones; o después de una noche loca. Así que por mucha contractura o lo que sea, el viernes es día de patines, instituido no sé sabe cómo por las amigas de mi hija, pero así es. Por tanto, había que calzárselos y ahí que me fui.

Algunos dirán que hay que hacer caso a los médicos, pero algunos somos caso aparte. Por ejemplo, yo, cada vez que he ido al médico no han sabido qué me pasaba, lo achacaban a mi ser. Un día descubrieron que tengo una alteración genética, aunque dicen que no tiene consecuencias. Eso es que no me conocen lo suficiente. Debido a ello, y con todos mis respetos a su profesión, paso de ir, y acabo haciendo lo que me da la gana, porque, a fin de cuentas, lo voy a pagar yo.

Además un poco de diversión no hace daño a nadie y mejora sustancialmente el estado mental. Para qué vamos a estar mirando cómo disfrutan los niños, cuando podemos hacerlo con ellos.

martes, 25 de octubre de 2016

YA ME PUEDEN VENIR POR DETRÁS

He triunfado al miedo. Son contradicciones de la vida. Hay miedos que, al final, te hacen ser valiente. A falta de masajes, me han puesto dos banderillas, una ayer y otra hoy. Para cualquiera esto es un hecho insustancial, pero para mí ha sido una gran victoria frente a la fobia y al miedo infantil. La vida te quita de un lado y te multiplica por otro. El caso es que yo tenía un miedo atroz a las inyecciones en el trasero. De cara pueden venirme, que les veo llegar, de hecho soy donante. Pero por atrás, como que no. Un miedo procedente de mi infancia cuando Don Juan, un practicante con cara de Franco, llegaba con sus agujas metidas en una caja de alcohol y sin miramiento alguno te las, literalmente, clavaba. A ella se unía una sala de espera con unos grabados espeluznantes de operaciones pasadas. Yo me ponía tensa como una piedra, me tenían que sujetar entre cinco o seis personas, a pesar de ser una pequeñaja. Me llamaba cobarde, mimada y no sé cuántas cosas más. Buff, cómo se molestaba mi madre.

Luego esta cobarde, pues lo he seguido siendo ante las inyecciones, se hizo valiente en otros aspectos, tanto es así que jamás me planteé la epidural, en ninguno de mis partos. Me decían que la suplicaría. No fue así. Después de Don Juan, todo era una nimiedad.

Desde pequeña no habían logrado ponerme una aguja por detrás, aguantando cualquier dolor. Ayer y hoy lo he hecho; aunque sigo con dolor, y necesitada de un masajito, he vencido al miedo. Nunca es tarde para convertirse en una valiente. Pero sin pasarse.

lunes, 24 de octubre de 2016

NECESITO UN MASAJITO, PERO DE VERDAD

¡Ay! Necesito un masajito, unos mimitos en la espalda, es lo que tiene ser mala mujer y trabajar en un mundo de hombres. donde los hombres tiran todo al agua y luego les toca a las mujeres sacarlo.

Ayer llegué a casa dolorida después de trabajar y tras haberme puesto chula con una enorme rama de un árbol en el agua; no tenía a nadie que me diera un buen masaje en mi preciada espalda. Bueno estaban mis hijos. Estuve dudando un momento, mejor dicho, un buen rato, porque en alguna otra ocasión lo había necesitado y había echado mano de ellos. Recordaba cómo había terminado, mal, muy mal: habían empezado por unos toquecitos en la espalda, luego habían continuado con cosquillas, con los consiguientes revolcones en la cama, pasando luego a puñetacitos varios, sentadas encima de mi espalda y acabar de caballito con una niña de seis años encima de mi lomo divirtiéndose de lo lindo en la espalda de mamá.

Uno así, de esos, necesito yo
Pero, a pesar de esos pensamientos, lo volví a intentar; la mujer también tropieza dos veces en la misma piedra. Pues bien, hoy estoy mucho peor, después de recibir una ración similar, aunque en esta ocasión mi hija fue más misericordiosa: no acabé haciendo de caballito, sino haciéndole caricias a ella y masajitos suaves en su espalda.

Angelitos….Sí, seguro.

domingo, 23 de octubre de 2016

COSAS DE SILLAS

Los domingos son muy raros y te toca reflexionar sobre cosas como estas. Se han dado cuenta que hay siempre una silla en casa que sirve para poner las cosas. Bueno, en alguna casa todas sirven para eso, como en la mía ¡Qué tendrán las sillas para que acaben siempre con cosas encima! Además tienen variados usos, sirven de escaleras, perchas, estanterías para libros;  sirven para bailar, para jugar a juegos infantiles y  de adultos.

Pero yo tengo una silla muy especial. Lleva dos años rota esperando que la baje a la recogida selectiva; y no hay forma, siempre hay algo encima que me estorba y que no sé dónde poner. Tendría que vaciar la silla primero, y eso requiere de un estudio pormenorizado de dónde ubicar las cosas que hay encima. Pues por algo están ahí.

Mi silla. No sirve para sentarse porque está rota
La silla es incombustible, siempre encuentra la forma de mantenerse ahí. De hecho, debe ser algo genético, o de fábrica, porque creo que pronto se va a unir una nueva compañera que anda pidiendo a gritos la jubilación, pero que, a tenor de la crisis, aguanta por narices y porque también tiene cosas encima que, de no estar ahí, no sabría dónde colocar. Vamos que hasta ha llegado la crisis a las pobres sillas; que qué culpa tendrán ellas.

A este paso creo que la silla va a tener que bajarse solita, si quiere descansar, porque no dejo de sacarle partido. Menos mal que al final, hasta las sillas te echan una mano. ¿No tienen alguna de esas?

viernes, 21 de octubre de 2016

MUJERES Y NADA MAS

Hace tiempo que quería dedicar un espacio a esas mujeres que deciden no tener hijos por elección; no porque los hijos puedan entorpecer su carrera profesional, ni por motivos de otra índole, sino porque deciden que no quieren y ya está, porque no les va tener niños. Debo decir que chapó por ellas, tienen las narices de decir al mundo que pueden realizarse, que pueden vivir sin hijos, que no es lo más importante en esta vida, que hay otras percepciones.

Me encanta porque rompen moldes; rompen con una concepción de la mujer como madre. Mucha gente no las entiende, y tienen que oír aquello de los hijos son los mejor de este mundo, sin los hijos no hay objetivo en esta vida, cuando seas mayor te vas a arrepentir y se te habrá pasado el arroz.

Y mientras, las que tenemos hijos andamos como locas estresadas, intentando compaginar trabajo y familia, pensando cómo vamos a pagar los estudios, cómo puñetas educarlos, que si salen, que si vienen tarde, que qué les hago de comer. Normal que ellas nos vean como bichos raros a nosotras y más las que andamos con la cabeza un poco desordenada porque se preguntarán: qué interés hay en prolongar genéticamente dicha especie de desorden.
Y, además, está otra cuestión. Aquellas que tienen una familia siempre llegan agotadas a casa y el plan de la noche se queda en dormir; mientras, las otras no tienen plan en la cama, pero no están agotadas y pueden intentar algo saliendo por ahí, aunque la cosa debe andar complicada, según me cuentan, las sin hijos.
Si es que habría que organizar esto de otro modo.

miércoles, 19 de octubre de 2016

MI ADMIRADO REVERTE. SÍ

Como sale su nuevo libro, se me ha ocurrido hablar de él. Hay algunas mujeres que se sienten molestas con Arturo Pérez Reverte. Yo no soy de ésas. Tengo incluso un apartado en mi librería sólo para él. Me gusta su descaro al escribir y porque se atreve a decir lo que muchos no quieren oír. El puede. Es verdad que, a veces, expresa ciertas predilecciones en cuanto a la mujer, que pueden ser mal entendidas; si me limito a entenderlas al pie de la letra, evidentemente, no son la mías, porque  no cumplo con
ninguna de ellas. Como describió en un artículo, echaba de menos aquéllas diosas del celuloide, con tacones imposibles, perfectas y armoniosas. Evidentemente, Reverte jamás las vio al levantarse de la cama. Tampoco se refería a ello. He de admitir que a mí también me gustan: están divinas tan glamorosas, pero, cálzate Reverte esos zapatos durante todo el día y no sé si acabas divina.
La apariencia es una cosa y la realidad es otra. A mi no me gustan las apariencias; he aprendido, y me ha costado, que soy tal cual y así lo muestro. Puede no gustar, lo admito; pero mientras no haga daño a nadie.... Y a mí sí me gusta que me abran puertas, fundamentalmente porque, de no ser así, me doy con ellas; del mismo modo que yo las abro a otros, con mejor suerte para ellos. Tampoco me importa que no le gusten las mujeres como yo. Hasta lo entiendo. Somos odiosas; por nuestro descaro. Y eso, qué puñetas, no es malo.

martes, 18 de octubre de 2016

LAS RISAS QUE ME HAGO YO SOLA

Hay días de esos en lo que te ríes tú misma contigo misma al verte reaccionar hacia ciertas cosas. La culpa la tiene otra vez Internet y Google. Sí. Ayer la armé gorda. Al venir de trabajar y con la cenita preparada, me dio por tomarme una copita de vino, en copa, por supuesto. Y como no podía ser de otro modo, acabé con una mancha en la camiseta. Y, ¿qué pasó?
Que de repente me invadió internet la cabeza; o lo que es lo mismo empecé a echar en la mancha todo lo que tenía por la despensa: vinagre, arroz, harina, leche, para luego pasar al baño y localizar el alcohol y el talco, volví a la cocina y rescaté el lavavajillas y ya, al final, con un montón de productos rodeando la camiseta, con una mancha que ya no era una, sino tres mil, me eché a reír viendo el espectáculo montado.
Ya no sabía qué más podía poner encima. No se me ocurrió.
 
La culpa la tienen esos que no hacen más que dar consejos sobre cómo quitar manchas, luego te lías y ya no sabes si lo que vale es la leche para el vino, el talco para el bolígrafo, el titanlux para la pintura o es mejor la tijera para cortar de raíz el problema.
Cachis, la solución era muy sencilla. Tenía que haber bebido cerveza, que no mancha.

lunes, 17 de octubre de 2016

PELEA DE SEXOS

Pues sí muchachotes. Habéis ido siempre de sobraos y nada de nada. Tuvisteis que inventar el GPS para ubicaos y llegar a algún sitio, porque no íbamos a estar siempre nosotras mirando el mapa. ¿Y qué habéis hecho con ese GPS del coche que lleváis y del que no os podéis desprender? Ponerle voz de mujer. SI. No sé si habrá de hombre, pero según Google, que ya saben que haces una pregunta absurda y encuentras multitud de respuestas, es mayoritaria la voz de mujer porque, según apuntan, os da más confianza.

¡Seréis puñeteros!

Ahora sí, ahora confiáis en una voz de mujer, pero enlatada, que no proteste, que no conteste; pero si está la mujer de cuerpo presente no le hacéis ni puñetero caso cuando os dice por dónde hay que ir. Que nos podemos equivocar…Por supuesto, fijaos si nos equivocamos que llegamos a juntarnos con vosotros. Será que tenéis algo que nosotras no tenemos y que, además, nos gusta. No, si al final, vamos a ser ambos masocas, nos va la pelea de sexos.

domingo, 16 de octubre de 2016

TIRARSE POR DONDE HAGA FALTA

Como niños estuvimos ayer los padres intercambiando cromos de star Wars ¡Qué locura para lograr las 100 cartas! Que si tienes la 22, que yo tengo el 71, te doy dos y me das la que me falta. Es de agradecer volver, de nuevo, a ilusionarte logrando encontrar ese cromo que te falta, ese cromo perdido y no claudicar, aunque el tiempo fuera pasando. Y luego, la victoria: el cromo. De repente la meta, el fin, el objetivo. Ya habías terminado y podías marcharte de allí, con la satisfacción del logro. Mientras, los demás se quedaban allí, mirándote abandonar el juego porque habías terminado.

No hacen falta parques, sólo imaginación. Con una amiga de mi hija
¡Ay, con qué poco podemos sentirnos satisfechos! Creemos que los razonamientos, la sensatez, la madurez, nos pueden ortogar más que la intuición, la pasión, la improvisación y no es así. Disfrutamos con pequeñas cosas y lo sabemos. Nos vamos a un parque de atracciones a montarnos en grandes montañas rusas, sin percatarnos que la vida misma es un gran parque por el que tirarnos, a veces, sin pensar. Porque el pensamiento y la razón no lo es todo en este mundo, porque en muchas ocasiones, no hacemos lo que nos apetece porque empezamos a razonar, a buscar las consecuencias y a terminar concluyendo que lo mejor es lo que se debe hacer. Olvidamos en esa ecuación incluir los deseos, porque los desterramos como un cero a la izquierda. Y así dejamos una parte de nosotros en el camino de las decisiones.
Yo, por lo pronto, me tiro por la montaña.

viernes, 14 de octubre de 2016

POR FIN UN TÍO BUENO

Que sí, que es cierto, que hoy había un tío bueno en una obra de carretera de esas en las que te paran con un stop para regular el paso y en las que te aburres una barbaridad. No es una leyenda, es cierto. Y se agradece ¡Qué puñetas! Ya era hora que, al menos, ya que te paran durante un ratito, tengas una buena perspectiva. El ser la primera ante el stop y el tiempo que ha transcurrido, me ha permitido apreciar sus formas: alto, bien proporcionado, moreno de pelo con un corte desordenado, no largo, pero sin una forma definida; mirada profunda, a la par que descarada; ojos tirando a almendrados, pero sin llegar a serlo, oscuros. ¡Na! que estaba para hacerle un favor y no tenérselo en cuenta. He estado a punto de decirle un piropo y de bajarme a hacerle una foto. Pero me he reprimido, y eso que me daba tiempo.


Ni comparación, si le llego a hacer la foto....
No es la primera vez que lanzo piropos; lo hice hace poco, desde el coche a una amiga que pasaba por un paso de peatones. Si es que no tengo remedio. La verdad es que empiezo a pensar que se me está agudizando el macarrismo.

jueves, 13 de octubre de 2016

ABRIR Y CERRAR PUERTAS

El que haya leído algún capítulo anterior (Jano se ceba conmigo) sabrá que lo mío con las puertas es algo patológico. No nos llevamos nada bien y ambas lo sabemos: las puertas y yo. Queda por dilucidar quién ganará la batalla. Mi guerra con ellas se extiende no sólo a las que sirven para entrar y salir de algún sitio, sino a las puertas de los armarios, por ejemplo los de la cocina, que siempre dejo abiertos, incluido el microondas. Hasta he pensado que ahí está la explicación de mi desorden mental, la gran cantidad de porrazos que me doy con ellos, con las puertas que dejo abiertas.

Muy habitual en  mí esta imagen.
Pero lo curioso de todo ello es cómo se evoluciona; mientras yo me dejo las puertas abiertas, dándome porrazos continuamente, mi hija va cerrándolas, como si hubiese aprendido por observación. Y así es como cuando dejo alguna puerta abierta para airear una habitación, mi hija va detrás cerrándola. Y al preguntarle por qué la cierra, ella  me dice, sencillamente, porque estaba abierta. Ya verás, al final tendré que aprender de ella y cerrar algunas puertas. Quizás también ella tenga que aprender a dejar algunas abiertas. No sé, a lo mejor todo esto es cuestión de saber qué puertas dejas abiertas y cuáles debes cerrar.

lunes, 10 de octubre de 2016

EL CIGARRITO DE DESPUES

Ayer domingo, como algún que otro día, me cogí la bici para ir a un parque donde hay anillas. Me encanta darme volteretas, creo que ya lo he dicho. Y como soy Navarra y cercana a Aragón, pues me muevo, a veces, por el ¡ahí va!, pero con acento maño. Pues con el ¡ahí va!, después de las anillas, volvía a casa y me dije: ¡ahí va! voy a darme una vuelta más. Llegué a un Paseo (el del Prado) y me dije ¡ahí va!, no lo he hecho nunca, vamos a ver qué hay. Llegué hasta el final y ¡ahí va!, un camino hacia el Bocal, sólo 7 kilómetros ¡Ahí va!, eso no es nada, de paso a lo mejor están mis compis de trabajo y me sacan una cerveza.
La bici no es buena, sólo era de paseo. Y qué paseo!

Y yo, que había salido de casa con un simple botellín de agua, sin móvil y con unas mallas normales, sin protección, sin repuestos, me meto en el camino a pedalear. Ya en el camino, muy contenta porque no me cansaba en absoluto, además todo el tiempo siguiendo el río Ebro, llego a una señal. ¡Ahí va! si solo he hecho 2,5 kilómetros. Bueno, adelante que te espera la cerveza. Y allí que sigo. Que llego y, ¡ahí va! el camino se corta cuando por fin se vislumbra el Bocal y no hay  forma de acceder a las casas. ¡Ahí ya! Ya cambio la expresión por otra. Cachis la mal y pienso, y a hora que se me pinche.
Vuelta para casa. Y con mi culito que empezaba a estar que no veas con las piedrecitas, los baches y demás, así lo tengo hoy;  para más INRI con el viento en contra. Pues no sé cómo, pero el recorrido de vuelta se me hizo más corto. No sé si por las ganas que le metía a la bicicleta, pensando en la cervecita, a pesar del dolor de culo, o por qué. Y cuando llegué me supo a gloria esa cervecita en el bar de abajo; y el cigarrito de después ni te cuento. Va a ser que a falta de pan del bueno, el cigarrito de después me lo voy a tener que fumar tras darle duro a la bicicleta. Ya es lástima, ya.

 

domingo, 9 de octubre de 2016

EL DILEMA EXISTENCIAL RESUELTO EN WASHAP

No hace mucho leí en Facetbook que se había descubierto el dilema sobre qué fue antes el huevo o la gallina. No sé yo; era de guasa. La verdad es que yo sigo con mi otro dilema, mucho más real, más inquietante, que te abruma, te acongoja, te hace dudar, lleva tu mente a ir de izquierda a derecha mientras observas, detenidamente, frente a ti la gran cuestión: ¿qué es antes el huevo o la harina?

Sí, porque siempre me pasa cuando voy a empanar o como diablos se diga en lenguaje culinario (mira que lo de culi se las trae, aunque tenga su explicación etimológica). Y ahí estoy yo, frente al plato de huevo y al plato de harina, esperando que me digan algo sobre su condición, y no me dicen nada, los muy puñeteros. Y tengo miedo de poner uno y que sea el otro el primero, porque luego mis chicos se ríen de lo mal que cocino. Todavía tengo la tintinela de mi hijo con el pollo que se me quemó un poquito, una pizquita nada más. Pues no para de recordármelo.

Así que pillo el teléfono y pregunto al grupo de las mamis; y me resuelven medianamente el problema. Digo medianamente porque luego siguen que si se puede hacer aquello o lo otro; cosa que a mí ya no me preocupa, bastante tengo con hacer lo que tengo entre manos y que no se me queme. Aunque, debo reconocer que será hasta la próxima que vuelva a dudar de qué es antes. Porque ¿Qué es antes el huevo o la harina?

viernes, 7 de octubre de 2016

ESAS OTRAS BOLITAS OLVIDADAS

Ya verás que pronto empezamos con la tintinela de la Navidad. En mi casa la Navidad no desaparece del todo durante el año. Es cuestión de despiste y algo de vagancia. Es decir, siempre se me despistan algunas bolas. ¡Ay, esas bolas! Será que me recuerdan a otras.
Pero ahí están, desde el año pasado; mejor dicho, desde hace dos años. Esas dos bolas como que siempre se me olvidan. Y eso que no me gusta la Navidad, como época, porque parece que todo el mundo tiene que estar feliz, en familia, la típica, eso sí, ponerse hasta las trancas de comer y esas cosas. Yo el año pasado la Nochebuena la pasé solita, con una botella de cava y un plato de huevos fritos con chistorra y patatas. ¡Oye! Una delicia. No tuve que discutir con nadie. Luego a dormir que al día siguiente, Navidad, tenía que trabajar para el papá Estado.


Después de dos años, se mantienen sostenidas por mujeres
Volviendo a las bolas. La Navidad empieza con la colocación de los adornos y se termina cuando se recogen. Del mismo modo que el llamado espíritu navideño, que dura un suspiro, si es que existe.
Y no sé por arte de qué a mí siempre me queda alguno olvidado. A lo mejor es que me va el mantener el espíritu, ése del que tanto se habla, todo el año. Y ahí siguen, no vayan ustedes a pensar que después de recoger todo me voy a poner a sacar otra vez la caja para recoger unas malditas bolas. Total, no molestan y seguro, seguro, que llega otra Navidad y ahí estarán. No habrá que ponerlas. Aunque debería quitarles el polvo ¿No?

jueves, 6 de octubre de 2016

MI CAMARERA

Cuando eres una bala perdida, una mala mujer, hay siempre un alma gemela en algún lado. Y ahí estaba, debajo de mi casa, mi camarera, la que me ponía las cañas con dulzura diciéndome “qué tal cariño”. Luego llegaban los viernes, el día de la pinta y entorno a una o dos, conversábamos sobre lo divino y lo humano; más lo humano, no cabe duda, que nos va mucho más, pero que mucho más; aunque, actualmente, andemos las dos algo caninas en ese aspecto. Pero nos reíamos de nuestra suerte, ya nos despacharíamos a gusto y sin tregua cuando se presentara la ocasión. Mientras tanto, siempre se puede echar mano de algún juguete.
Y es que un o una camarera es a veces algo más que quien te pone las cañas, en este caso, mucho más. Justo cuando escribo esto suena Agradecido de Rosendo. Pues eso, que, ya sabes, tremendamente agradecida. No podrás servirme ya esas pintas los viernes, pero la próxima nos las tomamos en otro lado a ver si encontramos otra camarera que se una al clan de las malas mujeres o un mal hombre que no le importen las malas mujeres.
Sí, se ha ido mi camarera, no sé si alguno de vosotros congenia con ese camarero que está ahí, cuando tú estás de relax, que te escucha y, al final, comparte. Pero me alegro de que ya esté trabajando. Mucha suerte compi. Te echaré de menos y en cuanto pueda quedamos para reventar lo que haya que reventar. Acabo con “Maneras de vivir”, mi lema.
 

miércoles, 5 de octubre de 2016

TRABAJAR EN UN MUNDO DE HOMBRES

Cuando una mala mujer trabaja en un mundo de hombres, como es mi caso, adquiere ciertas costumbres de los mismos. Quizás es lo que me ha pasado a mí, que hablo un poquito como los hombres, me peleo como ellos, hago retos como ellos y fantasmeo como ellos ¡Qué más quisiera que echarme los polvos que digo! (esto tendré que mirármelo).
No he encontrado la foto de los troncos que me toca sacar

Pero poniéndome seria, si puedo. Al final haces en tu trabajo más que lo que cualquier hombre. Y si es cuestión física no te amilanas, pillas y te pegas la paliza para lograr lo que no es posible con 48 kilos de peso y 1,60 de estatura. Así me va, que acabo con unos brazos de un estibador y unas piernas de gallina.

A pesar de todo, ganas en perspectiva. Logras adentrarte en su forma de ser, en lo que piensan, en lo que sienten. Y si les digo la verdad, hay algunos hombres que los ves y parece que se van a comer el mundo, que todo les da igual, tatuados, musculosos y, al final, son tan tiernos como una barra de pan recién sacada del horno. Otros que se sorprenden de lo que una mujer puede hablar y hacer. Y observas que también hay algunos convencionalismos y prejuicios con los hombres. Va a ser que trabajar en un mundo de hombres te hace sentirte más fuerte, porque tú solita te sobras.

 

martes, 4 de octubre de 2016

PERO ¿QUÉ ES ESTO?

Quizás haya quien no ha entendido qué es diario de una mala mujer. Fundamentalmente, es una ironía, al mismo tiempo que una aprovecha para reírse de una misma. Una ironía sobre los convencionalismos que no parar de frustrarnos. En cada entrada hay un mensaje no explícito que espero que capten. Y si no, siempre es divertido.
Sí, soy yo con un tartazo en la cara. Porque no me importa
reírme de mí misma.

En cuanto a reírse de uno mismo es la mejor terapia que uno puede tener en este mundo perfecto en el que aspirar a ser el mejor es el súmmum. Yo, en cambio, sólo aspiro a ser lo que soy, imperfecta, totalmente imperfecta.

Habrá entradas que puedan herir la moralidad de algunos. Están hechas para eso, justamente, ya lo siento; nunca he negado que soy una provocadora. Soy así. No pretendo gustar a todo el mundo, ni ser admirada. Aunque no niego que, a estos humanos imperfectos, alguna vez, nos apetezca gustar a alguien. Es imposible vivir sin el otro. Pero eso no depende de nosotros. De cada uno depende sólo quererse a sí mismo.
A ver si así los de Facebook dejan de bloquearme.

domingo, 2 de octubre de 2016

OTRA RONDA DE FLEXIONES

De un tiempo a esta parte, no sé qué me ha dado con las flexiones que cuando salgo por ahí, en lugar de pedir una ronda de cervezas, me da por pedir una ronda de flexiones. Y ahí que me lío a hacerlas en competición con cualquiera que se ponga por delante. La cosa se inició hace unos meses; una sábado tonto de esos, tomando una caña por ahí, no sé de qué forma, ni de qué manera, un joven, al que acababa de conocer, me retó o algo parecido, y como soy como un torico que le ponen un capote delante y allá que va, pues allá que me fui a tirarme en el suelo. Y eso que iba con falda, para una vez que me la pongo, y medias de liga ( no aguanto las enteras); el caso es que ambos acabamos en medio del bar haciendo flexiones a ver quién aguantaba más.
Parece ser que lo que le quita la cerveza de fuerza al hombre, se la da a la mujer y así acabó esta mala mujer venciendo. Algunos dirán que el joven se dejó, podría ser, que sé yo. Al final debe ser eso, que como no sé si se dejó, voy por ahí probando a ver si es cierto; pero sólo los sábados o días de fiesta, cuando se discute una ronda de cervezas. Y ya he ganado unas cuantas.