Me encanta porque rompen moldes; rompen con una concepción
de la mujer como madre. Mucha gente no las entiende, y tienen que oír aquello
de los hijos son los mejor de este mundo, sin los hijos no hay objetivo en esta
vida, cuando seas mayor te vas a arrepentir y se te habrá pasado el arroz.
Y mientras, las que tenemos hijos andamos como locas
estresadas, intentando compaginar trabajo y familia, pensando cómo vamos a
pagar los estudios, cómo puñetas educarlos, que si salen, que si vienen tarde,
que qué les hago de comer. Normal que ellas nos vean como bichos raros a
nosotras y más las que andamos con la cabeza un poco desordenada porque se
preguntarán: qué interés hay en prolongar genéticamente dicha especie de
desorden.
Y, además, está otra cuestión. Aquellas que tienen una familia siempre
llegan agotadas a casa y el plan de la noche se queda en dormir; mientras, las
otras no tienen plan en la cama, pero no están agotadas y pueden intentar algo
saliendo por ahí, aunque la cosa debe andar complicada, según me cuentan, las
sin hijos. Si es que habría que organizar esto de otro modo.
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