lunes, 24 de octubre de 2016

NECESITO UN MASAJITO, PERO DE VERDAD

¡Ay! Necesito un masajito, unos mimitos en la espalda, es lo que tiene ser mala mujer y trabajar en un mundo de hombres. donde los hombres tiran todo al agua y luego les toca a las mujeres sacarlo.

Ayer llegué a casa dolorida después de trabajar y tras haberme puesto chula con una enorme rama de un árbol en el agua; no tenía a nadie que me diera un buen masaje en mi preciada espalda. Bueno estaban mis hijos. Estuve dudando un momento, mejor dicho, un buen rato, porque en alguna otra ocasión lo había necesitado y había echado mano de ellos. Recordaba cómo había terminado, mal, muy mal: habían empezado por unos toquecitos en la espalda, luego habían continuado con cosquillas, con los consiguientes revolcones en la cama, pasando luego a puñetacitos varios, sentadas encima de mi espalda y acabar de caballito con una niña de seis años encima de mi lomo divirtiéndose de lo lindo en la espalda de mamá.

Uno así, de esos, necesito yo
Pero, a pesar de esos pensamientos, lo volví a intentar; la mujer también tropieza dos veces en la misma piedra. Pues bien, hoy estoy mucho peor, después de recibir una ración similar, aunque en esta ocasión mi hija fue más misericordiosa: no acabé haciendo de caballito, sino haciéndole caricias a ella y masajitos suaves en su espalda.

Angelitos….Sí, seguro.

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