Y es que un o una camarera es a veces algo más que quien te
pone las cañas, en este caso, mucho más. Justo cuando escribo esto suena
Agradecido de Rosendo. Pues eso, que, ya sabes, tremendamente agradecida. No
podrás servirme ya esas pintas los viernes, pero la próxima nos las tomamos en
otro lado a ver si encontramos otra camarera que se una al clan de las malas
mujeres o un mal hombre que no le importen las malas mujeres.
Sí, se ha ido mi camarera, no sé si alguno de vosotros
congenia con ese camarero que está ahí, cuando tú estás de relax, que te
escucha y, al final, comparte. Pero me alegro de que ya esté trabajando. Mucha
suerte compi. Te echaré de menos y en cuanto pueda quedamos para reventar lo
que haya que reventar. Acabo con “Maneras de vivir”, mi lema.
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