martes, 18 de octubre de 2016

LAS RISAS QUE ME HAGO YO SOLA

Hay días de esos en lo que te ríes tú misma contigo misma al verte reaccionar hacia ciertas cosas. La culpa la tiene otra vez Internet y Google. Sí. Ayer la armé gorda. Al venir de trabajar y con la cenita preparada, me dio por tomarme una copita de vino, en copa, por supuesto. Y como no podía ser de otro modo, acabé con una mancha en la camiseta. Y, ¿qué pasó?
Que de repente me invadió internet la cabeza; o lo que es lo mismo empecé a echar en la mancha todo lo que tenía por la despensa: vinagre, arroz, harina, leche, para luego pasar al baño y localizar el alcohol y el talco, volví a la cocina y rescaté el lavavajillas y ya, al final, con un montón de productos rodeando la camiseta, con una mancha que ya no era una, sino tres mil, me eché a reír viendo el espectáculo montado.
Ya no sabía qué más podía poner encima. No se me ocurrió.
 
La culpa la tienen esos que no hacen más que dar consejos sobre cómo quitar manchas, luego te lías y ya no sabes si lo que vale es la leche para el vino, el talco para el bolígrafo, el titanlux para la pintura o es mejor la tijera para cortar de raíz el problema.
Cachis, la solución era muy sencilla. Tenía que haber bebido cerveza, que no mancha.

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