domingo, 16 de octubre de 2016

TIRARSE POR DONDE HAGA FALTA

Como niños estuvimos ayer los padres intercambiando cromos de star Wars ¡Qué locura para lograr las 100 cartas! Que si tienes la 22, que yo tengo el 71, te doy dos y me das la que me falta. Es de agradecer volver, de nuevo, a ilusionarte logrando encontrar ese cromo que te falta, ese cromo perdido y no claudicar, aunque el tiempo fuera pasando. Y luego, la victoria: el cromo. De repente la meta, el fin, el objetivo. Ya habías terminado y podías marcharte de allí, con la satisfacción del logro. Mientras, los demás se quedaban allí, mirándote abandonar el juego porque habías terminado.

No hacen falta parques, sólo imaginación. Con una amiga de mi hija
¡Ay, con qué poco podemos sentirnos satisfechos! Creemos que los razonamientos, la sensatez, la madurez, nos pueden ortogar más que la intuición, la pasión, la improvisación y no es así. Disfrutamos con pequeñas cosas y lo sabemos. Nos vamos a un parque de atracciones a montarnos en grandes montañas rusas, sin percatarnos que la vida misma es un gran parque por el que tirarnos, a veces, sin pensar. Porque el pensamiento y la razón no lo es todo en este mundo, porque en muchas ocasiones, no hacemos lo que nos apetece porque empezamos a razonar, a buscar las consecuencias y a terminar concluyendo que lo mejor es lo que se debe hacer. Olvidamos en esa ecuación incluir los deseos, porque los desterramos como un cero a la izquierda. Y así dejamos una parte de nosotros en el camino de las decisiones.
Yo, por lo pronto, me tiro por la montaña.

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