Pero ahí están, desde el año pasado; mejor dicho, desde hace dos años. Esas dos bolas como que siempre se me olvidan. Y eso que no me gusta la Navidad, como época, porque parece que todo el mundo tiene que estar feliz, en familia, la típica, eso sí, ponerse hasta las trancas de comer y esas cosas. Yo el año pasado la Nochebuena la pasé solita, con una botella de cava y un plato de huevos fritos con chistorra y patatas. ¡Oye! Una delicia. No tuve que discutir con nadie. Luego a dormir que al día siguiente, Navidad, tenía que trabajar para el papá Estado.
Después de dos años, se mantienen sostenidas por mujeres |
Volviendo a las bolas. La Navidad empieza con la colocación
de los adornos y se termina cuando se recogen. Del mismo modo que el llamado
espíritu navideño, que dura un suspiro, si es que existe.
Y no sé por arte de qué a mí siempre me queda alguno
olvidado. A lo mejor es que me va el mantener el espíritu, ése del que tanto se
habla, todo el año. Y ahí siguen, no vayan ustedes a pensar que después de
recoger todo me voy a poner a sacar otra vez la caja para recoger unas malditas
bolas. Total, no molestan y seguro, seguro, que llega otra Navidad y ahí
estarán. No habrá que ponerlas. Aunque debería quitarles el polvo ¿No?
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