domingo, 11 de septiembre de 2016

Después de que el sol te diga que es de día

¿Recuerdan cuando eran jóvenes, pasados los 20 o antes, y llegaban a casa cuando el sol les anunciaba que era de día? Pues algo de eso le pasó a una amiga mía, mala mujer, que se fue a acompañar a otra a su trabajo de camarera. Ambas están creciditas y con hijos. El caso es que mi amiga llegó a las ocho y media de la mañana a casa, no estaban sus hijos, menos mal ¡Vaya ejemplo para cuando sean mayores! Y claro, ese día se transformó en un día casi perdido. Echarse a la cama a esas horas y levantarse a las 4 de la tarde es un verdadero desequilibrio mental.


Esas pequeñas culpables
Ante un hecho como este, la pregunta es lógica y como era de esperar no pude más que decirle: ¿qué hiciste al levantarte: desayunar, comer, merendar…? Pues lo que hizo fue una mezcla de todo: un bocadillo de sardinas, con pan congelado. Toda una mala mujer. Eso sí, tras esa noche en la que disfrutó a lo grande, vinieron los típicos: ya no tengo edad, no vuelvo a salir, no vuelvo a beber, no, no, no…... Ya. Hasta la próxima. Y ¿por qué no? Un día perdido por una noche ganada. Le dije yo. Estas malas mujeres.

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