En mi calle no hay manera. Canto el aleluya si lo logro |
domingo, 18 de septiembre de 2016
¿DONDE DEJÉ EL COCHE?
Supongo que quien no tenga garaje tendrá el mismo problema que
yo cuando necesita del coche. Cada mañana o en un momento del día, al salir por
la puerta de casa, se hará la misma y eterna pregunta; esa cuestión que te
martillea la cabeza y la deja en blanco, perdida en la inmensidad del enigma,
de ese misterio que nos atormenta al dejar la puerta de nuestro hogar atrás y
nos adentramos en la cuestión: ¿dónde he dejado el coche? Sí, porque cuando vas
aparcando en lugares distintos, llega un momento en que ya no sabes dónde está.
¿Estará en algún lugar seguro, fuera de la zona azul? ¿Estará cerca, lejos,
estará bien? Pero ¿dónde? Y tu mente empieza a deambular hacia el momento en
que dejaste el coche, buscando ese instante. Mientras, ya en la calle,
abandonada, sola ante la eterna pregunta, dudas hacia qué lugar ir y miras a un
lado, y miras a otro. ¿Hacia dónde voy? ¿Cuál es mi destino? ¿Hacia dónde
dirigir mis pasos?
Pues a encontrar el puñetero coche. Así que, después de
cinco minutos de permanecer embobada en la calle, consigues descifrar el enigma
mental en el que te habías metido y llegas a descubrir dónde lo dejaste. Buff!
El alivio que se siente y la satisfacción del deber cumplido, casi dan ganas de
volver a casa tras semejante ejercicio mental.
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