viernes, 2 de septiembre de 2016

TRASTOS DE MESA

Esta sociedad está hecha para familias muy tradicionales, de no ser así que alguien me explique para qué sirven esas enormes mesas de comedor que, además, tienen alas para hacerlas más grandes, tanto que no hay sitio para otra cosa en pisos como el mío.  Una mesa de seis para una familia de tres cada 15 días y para una persona otros 15. Pero como aquí estaba aquí sigue, a la espera de que me decida a mandarla a paseo. Mientras tanto sirve para ir amontonando cacharros varios, unos indefinibles, otros como papeles, juguetes, colecciones varias para los niños y otros elementos en espera de lograr una ubicación adecuada. Cosa harto complicada, pues su indefinición lleva a que no sepas dónde puñetas dejarlos. Lo de clasificar cacharros es una historia diferente que habrá que analizar otro día. Por lo pronto, si estamos tres, comemos como nos da la gana, uno en el comedor frente a la tele (por llamarlo de alguna manera), otro en su habitación con el ordenador y yo un ratito aquí y otro allá. Total, cada cual tiene su horario. 
 
Puede llegar a haber de todo encima de la mesa

Además, siempre dicen que la hora de la comida es un momento idóneo para hablar todos, pero no me cuadra con eso de no hablar con la boca llena. Así que ya hablamos después de comer, tumbados boca arriba en la cama, mirando al techo y riéndonos un rato de cómo está la mesa.

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